Si Otto Pérez Molina llega a ser Presidente de la República, lo más probable es que mantenga una relación conflictiva con la Prensa. A su lado está Roxanna Baldetti Elías, de quien poco se recuerda la intolerancia de que hizo gala durante el régimen de Jorge Serrano Elías. Recordemos la actuación de Baldetti en la crisis constitucional, del 25 de mayo de 1993. Se disolvió el Congreso de la República, fueron desintegradas la Corte Suprema de Justicia y la Corte de Constitucionalidad, hubo interrupción parcial de la Ley de Amparo y Exhibición Personal y de la Ley Electoral y de Partidos Políticos.
Las oficinas de varios de los periódicos más importantes del país fueron rodeadas por tropas del ejército que impidieron la distribución de los diarios, con la excepción de Diario La Hora, el único que logró romper el cerco. Además, las emisiones de radio y de televisión fueron sometidas a censura.
Serrano Elías ha sido señalado como el desintegrador del sistema democrático en Guatemala, pero contó con la complicidad de Francisco Perdomo, ministro de Gobernación; el canciller Gonzalo Menéndez; María Luisa Beltranena, Ministra de Educación, quien aceptó conducir la Corte Suprema de Justicia. Los secretarios de Relaciones Públicas e información de la Presidencia, Arturo Alvarado y Roxana Baldetti, coordinaron la censura contra los medios de comunicación social.
Antes del putsch del serranismo hubo un hostigamiento sistemático hacia los periodistas y un grupo de ellos aparecimos con frecuencia en listas de amenazados de muerte. Tras el golpe, los censores gubernamentales solicitaron órdenes de detención contra once periodistas y las capturas del secretario general del Sindicato del Consejo Nacional de Defensa del Periodista y del corresponsal de la agencia de noticias Reuter.
El llamado «autogolpe» de Serrano y sus colaboradores no fue sólo una medida desesperada para lograr la gobernabilidad. Pretendió hegemonizar para la cúpula gubernamental los beneficios del negocio político en que se convirtió el régimen serranista, sin la competencia de otras personas y sin las presiones de diversos sectores de la sociedad, en especial la prensa, que insistían en denunciar la corrupción y la atención de los graves problemas socioeconómicos del país.
Si el Partido Patriota gana las elecciones generales, Baldetti podría llegar a presidir el Congreso de la República, o ejercer un importante cargo en el Ejecutivo. Lo seguro es que no dudará en acallar las críticas periodísticas. Las actuaciones de Baldetti se rigen por lo que Karl Popper denomina la paradoja de la tolerancia: «si extendemos la tolerancia ilimitada aún a aquellos que son intolerantes; si no nos hallamos preparados para defender a una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto con ellos, de la tolerancia». Así, el deber democrático es «no tolerar a los intolerantes», como es el caso de Roxana Baldetti Elías.