La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, respondió hoy a los abucheos e insultos que recibió ayer durante la ceremonia inaugural del Mundial de Brasil 2014 y aseguró que no se dejará atemorizar.
«No me voy a dejar perturbar por agresiones verbales. No me voy a dejar derrumbar. No me voy a dejar atemorizar por insultos que no pueden ser escuchados siquiera por los niños y por las familias», dijo la presidenta durante un discurso pronunciado en Brasilia.
Visiblemente emocionada, la exguerrillera recordó que en los años en que estuvo presa y fue torturada, se enfrentó a «situaciones más difíciles».
«Lo que soporté no fueron agresiones verbales, sino físicas», precisó.
Agregó que el pueblo brasileño no actúa como lo hicieron los aficionados que asistieron en Sao Paulo a la ceremonia.
«El pueblo brasileño no actúa así. El pueblo brasileño no piensa así y sobre todo no siente de la forma como expresan esos insultos. El pueblo brasileño es un pueblo civilizado y extremamente generoso y educado. Pueden contar con que esto no me debilita», enfatizó.
Los insultos comenzaron poco después de que el locutor de la ceremonia agradeciera a los obreros que trabajaron en la construcción de los estadios mundialistas y mencionara a las familias «de aquellos que no están más», en referencia a los ocho trabajadores que perdieron la vida en accidentes laborales durante las obras.
«¡Eh, Dilma, ve a tomar por culo!» gritó una parte del público, tras lo cual se oyeron sonoros silbidos de desaprobación.
Las hostilidades se repitieron en otras dos ocasiones: cuando terminó el himno nacional brasileño, que fue cantado a capela por el público, y cuando las pantallas del estadio exhibieron a la mandataria celebrando el segundo gol de Neymar, que anotó un doblete en la victoria de 3-1 ante Croacia.
Pese a que es tradición que los jefes de Estado del país anfitrión discursen en la ceremonia de apertura del certamen para declararlo abierto oficialmente, el quiebre del protocolo en Brasil ya estaba previsto por los organizadores.
La idea era que no se repitiera la situación embarazosa que vivieron Rousseff y el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, en la inauguración de la Copa Confederaciones, el año pasado, cuando un estadio Mané Garrincha repleto abucheó a ambos.
«Vamos a hacer la ceremonia inaugural de manera tal que no haya discursos», dijo en marzo pasado Blatter, en entrevista concedida a dpa en Berlín.