Rosenberg, ¿de héroe a villano?


Los argumentos que el MP y la CICIG presentarán en contra de los acusados del Caso Rosenberg fueron expuestos ayer, como ya todos conocerán. La mayorí­a se habrá quedado con la boca abierta; algunos habrán quedado convencidos mientras que otros no. Sin embargo, no se debe dudar de que la investigación aporta las suficientes pruebas cientí­ficas que encaminarí­a seguramente a la condena de los señalados.

Mario Cordero

Hace algunos meses, Rodrigo Rosenberg era un héroe, más bien un mártir de la verdad y de la libertad. Pero hoy dí­a, muchos de aquellos que defendieron a capa y espada al abogado, se habrán sentido engañados por esta trama, que seguramente el fallecido jamás imaginó que se llegarí­a a conocer.

Pienso en todos esos columnistas de opinión que aseguraban la implicación del Gobierno y exigí­an la renuncia del presidente Colom. También pienso en los centenares de personas que acudieron a las manifestaciones, llamadas tsunami blanco, para exigir JUSTICIA por este caso, aunque en realidad, no pedí­an la verdad, sino la renuncia irrevocable del mandatario. Pienso en esos grupos de jóvenes que surgieron tras este caso; en los polí­ticos que abrieron fácilmente la boca para ganar protagonismo.

Y, a pesar de que supongo que debe haber cierta decepción por la hipótesis de que Rosenberg se inmoló, me gustarí­a destacar lo que el mismo Carlos Castresana, jefe de la CICIG, y es que el abogado inmolado tení­a como móvil del crimen el querer motivar una sacudida, en especial en un caso que aún sigue en la impunidad.

¿Y acaso no logró el cambio? Por el caso Rosenberg, habrá que recordar, se logró la suficiente presión para que se aprobara la Ley de Comisiones de Postulación, que motivó tener una mejor Corte Suprema de Justicia y Corte de Apelación, así­ como no permitir anomalí­as en la elección en la Defensa Pública Penal.

Y, aunque a través de un engaño, por primera vez hubo manifestaciones para exigir justicia por un crimen, hecho inédito en un paí­s que se caracteriza por el conformismo y por no interesarse en la cuestión polí­tica.

Castresana también resaltó que, a pesar de que se estaba analizando un asesinato, en realidad los guatemaltecos debemos preocuparnos, porque tenemos la tasa más alta de muertes violentas en el mundo, alrededor de 90 homicidios o feminicidios por cada 100 mil habitantes, cuando en ciudades violentas, como Medellí­n en los tiempos de Pablo Escobar, la cifra rondaba alrededor de 45 muertes violentas por cada 100 mil. El jefe de la CICIG instó a despertarnos, porque, si no, el paí­s se nos va de las manos.

El presidente Colom, que habí­a sido acusado por Rosenberg en el famoso video post mórtem, expresó su alivio ayer por las investigaciones que lo exculpaban. Sin embargo, como dijo Castresana, éste es sólo un asesinato de los más de 6 mil que ocurrieron el año pasado, y por esas el mandatario deberí­a sentirse también responsable, y no como mediocremente expresó que «no sentí­a rencor» por el Caso Rosenberg, en vez de preocuparse por la alta tasa de homicidios.

Colom se benefició esta vez de que haya funcionado el aparato investigativo. La claridad judicial también le dará estabilidad polí­tica, y espero que esto sea una lección para él, sobre todo ahora que se acerca la elección del nuevo Fiscal General, en la cual la población civil tiene temor de que el Presidente intente tener más injerencia, tal como presuntamente quiso tener para la elección de la CSJ. La independencia del sector justicia también beneficia al sector polí­tico.

Rosenberg querí­a motivar un cambio y yo creo que lo logró, y algunas cosas han cambiado para bien. No sé si es un héroe, pero al menos no creo que sea un villano.