La más reciente película de Woody Allen «To Rome with Love» («A Roma con amor») incluye a famosos como la española Penélope Cruz, Alec Baldwin, Judy Davis y el mismo Allen. Pero tiene una estrella excepcional: la Ciudad Eterna.
«Esta ciudad es realmente especial», le dice Hayley (Alison Pill) a su prometido Michelangelo (Flavio Parenti) mientras están en una terraza viendo la Piazza di Spagna, uno de los atractivos de la ciudad. «Me podría quedar aquí toda la noche, es tan hermoso».
La roma de Woody Allen es hermosa, limpia y soleada, una ciudad que brilla con una belleza prístina sin ápice de los problemas del mundo real, como la crisis financiera por la que atraviesa Italia entera. Pero a pesar de que la película es una postal anacrónica y nostálgica de Roma, Allen también va más allá de las locaciones conocidas de la ciudad para capturar la rara atmósfera de los barrios menos visitados por los turistas, como San Angelo, Garbatella y Rione Monti.
La película, estrenada en Italia el 20 de abril y en Estados Unidos el 22 de junio, comienza con el imponente monumento a Victor Emmanuel II en la Piazza Venezia.
Por su forma, el monumento develado en 1911 ha tenido apodos como «pastel de bodas» y «la máquina de escribir de Mussolini». La construcción colosal ha sido demeritada por los locales como un intento por restaurar la roma clásica, pero Allen la usa para establecer su historia, colocando a un policía ahí para presentar a la ciudad como testigo imperecedero de cuatro historias de intriga, amor, sexo y adulterio.
La plaza es donde Hayley, una joven turista estadounidense, y Michelangelo, un abogado italiano, se conocen accidentalmente. Ella busca la fuente de Trevi y él se ofrece a llevarla. Pasan el día juntos, caminando entre las bellezas de la ciudad y como es de esperarse, se enamoran.
Los personajes principales de la segunda historia, Antonio (Alessandro Tiberi) y Milly (Alessandra Mastronardi), son un matrimonio joven que recién se muda a Roma de una pequeña ciudad en el sur de Italia. Milly se pierde en las caóticas calles de la capital cuando busca a un peluquero que la haga lucir menos provinciana, antes de reunirse con los compañeros de trabajo de su esposo.
Su gran desorientación le da a Allen la oportunidad perfecta para mostrar gran parte de Roma, comenzado por el deambular de Milly por la Piazza del Popolo, una de las entradas más espectaculares de la ciudad, con un obelisco traído por el emperador Augusto después de conquistar Egipto, dos iglesias barrocas gemelas y una fuente de mármol con Neptuno y sus tritones.
De ahí Milly camina por el barrio Campo dei Fiori, pide información en el Área Sacra del Largo di Argentina, donde se dice que Julio César fue asesinado, y finalmente termina en la Piazza Mattei, una pequeña plaza construida en una noche por Duke Mattei para conquistar el corazón de una joven que vivía en el palacio frente a la misma.
Al ritmo de «Arrivederci Roma», una canción sobre un turista que se enamora de la ciudad y no puede marcharse, la película pasa a las pequeñas y pintorescas calles de Trastevere, un barrio de artesanos y talleres desde tiempos romanos. Más recientemente Trastevere se ha convertido en un barrio de moda con restaurantes, cafeterías y clubes nocturnos.
Después Allen pasa de los magníficos edificios imperiales, las ruinas nostálgicas del Palatino, a la modernidad del Auditorio Musical construido por Renzo Piano en 1995, y los jardines ingleses y el templo neoclásico de Villa Borghese.
El director completa su visión de la ciudad mostrando locaciones más romanas y extrañas como La Garbatella y Rione Monti. La Garbatella, que suele quedar fuera de las guías turísticas, parece un pequeño pueblito con jardines, casas de poca altura, así como bares y tabernas mundanos. Tiene el sabor auténticamente urbano que sitios como Trastevere perdieron cuando se volvieron más cosmopolitas.
Rione Monti, que solía ser un refugio de artistas, criminales y prostitutas, también perdió su lado oscuro con la ola de turistas, pero el sabor nostálgico sigue ahí. «Era peligroso cuando era niño», dijo Massimo Berardi, de 36 años, propietario de un pintoresco taller de restauración. «Pero también era muy hermoso, muy peculiar, con muchos colores y talleres de artesanos en cada esquina. Ahora casi todos se han ido, por lo que queda un sentimiento de nostalgia, esa atmósfera popular, que sólo ahí, en La Garbatella y en Tor Pignattara, puedes encontrar en Roma».
A pesar de todos los esfuerzos de Allen por escribir una carta de amor a Roma, la película tuvo una recepción fría en Italia. La prensa local la criticó como vergonzosa, superficial y poco divertida, mientras que el público italiano tampoco le dio comentarios positivos. Pero sí le fue bien en su fin de semana de estreno, pues muchos no resistieron la curiosidad de verla.
La revista The Hollywood Reporter dijo que recaudó 2,8 millones de euros (3,7 millones de dólares) en su fin de semana de estreno en Italia, convirtiéndola en la cinta de Allen con la mayor recaudación en el país durante su debut. También fue vista por muchos en Estados Unidos a pesar de las reseñas mixtas y de una distribución muy limitada en su primer fin de semana, sumando 379 mil 371 dólares en su estreno en tan sólo cinco cines estadounidenses.
Fuera de lo superficial de las historias y las reseñas tibias, el retrato brillante de Roma que hace Allen no ha sido despreciado del todo.
«A pesar de las críticas, sigo pensando que es muy agradable lo que Allen trató de hacer con esta película», dijo Valeria Vecellio, diseñadora de interiores para la industria del cine en Roma. «Si el resultado es una película hermosa o, como en este caso, un experimento superficial e irónico, es bonito que haya querido darle este homenaje afectuoso a Roma, una de las ciudades más hermosas del mundo».
Valeria Vecellio
Diseñadora de interiores para la industria del cine en Roma