Rodman corona ceremonia


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Dennis Rodman agradeció a sus entrenadores y pidió disculpas a su familia por sus defectos ayer durante la ceremonia de ingreso al Salón de la Fama Naismith Memorial del Basquetbol.

Por BRIAN MAHONEY SPRINGFIELD / Agencia AP

Rodman se trabó varias veces durante un emotivo discurso en el que lamentó no ser un mejor padre y elogió a sus entrenadores por haber sido como padres para él, después de que su propio padre lo abandonó cuando era niño y nunca tuvo relación con él.

La consagración del extravagante jugador, ganador de cinco anillos de campeonato, coronó el ingresó de los 10 miembros de la generación 2011 del Salón de la Fama. Chris Mullin, con dos medallas de oro olí­mpicas, abrió la noche como la otra figura del evento.

Rodman vistió dos atuendos distintos en la ceremonia, pero dijo que sus constantes cambios de imagen eran sólo una «ilusión» y a él le gustaba «simplemente ser un individuo muy colorido».

Agradeció al comisionado de la NBA David Stern y a la comunidad de la liga «por el mero hecho de dejarme entrar al evento» y manifestó su profundo agradecimiento a los entrenadores Phil Jackson y Chuck Daly, al dueño de los Lakers Jerry Buss, y a James Rich, cuya familia recibió a Rodman después de que su madre lo echó de la casa.

Rodman los describió como hombres a los que «uno puede llamar a cualquier hora», que no prestan atención a las controversias y «lo ven como un individuo de buen corazón».

Se disculpó con su madre, quien se encontraba entre un público que no sabí­a qué esperar del siempre divertido Rodman, pero probablemente no esperaban ver una introspección como esa. Agregó que era como muchos jugadores que lucharon por salir de los barrios y hacer algo de su vida.

Por su parte, las travesí­a de Mullin empezó en Nueva York.

Cinco veces elegido al Juego de Estrellas siendo uno de los mejores encestadores de media distancia de la NBA, Mullin fue consagrado el año pasado con el Dream Team original que participó en las Olimpiadas de 1992 y también ganó medalla de oro en los Juegos Olí­mpicos de 1984.

La generación también incluí­a a la entrenadora Tara VanDerveer, que llevó al equipo femenil de la Universidad de Stanford a dos campeonatos nacionales y ganó más de 800 partidos, y a los entrenadores Tex Winter y al de la División II en la Universidad de Filadelfia, Herb Magee —lí­der a nivel colegial con más de 900 triunfos.

Tom «Satch» Sanders, ocho veces campeón de la NBA, los centros Artis Gilmore y Arvydas Sabonis. El finado Reece «Goose» Tatum de los Harlem Globetrotters, y la estrella de básquetbol femenil Teresa Edwards, que ganó cinco medallas olí­mpicas —cuatro de oro— y que ingresa en su quinto Salón de la Fama, también fueron honrados en el Symphony Hall.