Roberto Mascaró, más que el traductor de un Nobel


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“Así­ como éste, sólo que más grande, hay en Uruguay bares en los que hay de todo, desde señores y artistas, hasta putas y vagabundos”, se referí­a Roberto Mascaró, tras ambientarse por algunos minutos en el legendario bar “El Portalito”, en el Centro Histórico de la ciudad capital.

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POR MARIO CORDERO íVILA

Mascaró es un poeta uruguayo, pero residente en Suecia, que hasta hace dos semanas leí­a poesí­a en un festival en El Salvador. Sin embargo, su presencia cobró relevancia cuando el jueves 6 de octubre, la Academia Sueca nombrara a Tomas Transtrí¶mer como ganador del Premio Nobel de Literatura de este año.

Sucede que, casualidades de la vida, Mascaró es el traductor “oficial” de Transtrí¶mer al español, y por este hecho, su presencia cobró relevancia. Según relató, un dí­a, hace muchos años, se acercó al nuevo Nobel de Literatura con el interés de traducir un poema. Le impresionó la humildad y la cordialidad con que lo recibió; de acuerdo a como lo describe, en ese entonces, el futuro Nobel no tení­a í­nfulas ni pomposidades, aspecto que mantiene hasta ahora.

Tras ese primer encuentro, vinieron otros con la excusa de las traducciones de poemas, que luego pasaron a ser libros. Poco tiempo después, las visitas ya no necesitaban excusas, sino que simplemente bastaba la amistad.

Sin embargo, serí­a una ingratitud que el paso de Mascaró por Centroamérica sea percibida sólo como la del traductor del nuevo Nobel, restándole su importancia como poeta.

SEMBLANZA

Mascaró se desempeña como poeta, aunque reconoce que su labor como traductor es la que más réditos le otorga. Es además, editor literario y músico, además de artista de performance y recientemente inició estudios de escultura.

Nació en Montevideo, Uruguay en 1948, pero se vio forzado a salir al exilio durante la dictadura militar, antes de que él cumpliera los 30 años. De esa forma, viajó a Suecia en 1978, en donde, según cuenta, se habí­an abierto las puertas para muchos uruguayos perseguidos, por lo que estando en la pení­nsula Escandinava se encontró con muchos intelectuales, artistas y escritores de su paí­s.

En Estocolmo, junto a un grupo de intelectuales en el exilio, funda y dirige la editorial Siesta y la revista Saltomortal. Durante los años 80 y 90 publica sus primeros libros y realiza distintas performances y videos en torno al texto poético.

Luego del fin de la dictadura militar en Uruguay, en 1985, pudo retornar a su paí­s. “Fui exiliado, pero ya no lo soy”, cuenta. En ese año, regresó a Montevideo, pero no permaneció allí­. Un tiempo en que vivió en Chile, pero finalmente ha decidido permanecer en Suecia, ya que desde 1995 reside en Malmí¶.

Traductor del sueco, danés, noruego, portugués, inglés y francés, de obras de Tomas Transtrí¶mer, Anthony de Mello, Edith Sí¶dergran, Pia Juul, Allen Ginsberg, Stepháne Mallarmé, Gí¶ran Sonnevi, Jan Erik Vold, í–jvind Fahlstrí¶m, Pia Tafdrup, Nils Yttri, Birgitta Boucht, August Strindberg, entre otros autores.

POETA

Como poeta, ha publicado “estacionario” (poemas), Nordan, Estocolmo, 1983; “Chatarra/ Campos” (poemas), Siesta, Estocolmo, 1984; “Asombros de la nieve” (poemas), Siesta, Estocolmo, 1984; “Fí¤lt” (Campos) (poemas en versión sueca de Hans Bergqvist), Fripress, Estocolmo, 1986; “Mar, escobas” (poemas, Ediciones de Uno, Montevideo, 1987); “Sí¶dra Korset/ Cruz del Sur” (poesí­a, bilingí¼e), Siesta , Estocolmo, 1987; “Gueto” (poemas), Vintén Editor, Montevideo, 1991; “í–ppet  fí¤lt / Campo abierto”, Siesta, Malmí¶, 1998; “Campo de fuego”, Aymara, Montevideo, 2000 (Premio Internacional de Poesí­a Ciudad de Medellí­n 2002); “Montevideo cruel” (Ediciones Imaginarias, Montevideo, 2003); “Un rí­o de pájaros” (Fondo Editorial Univ. EAFIT, Medellí­n, Colombia, 2004); “Asombros de la nieve” (antologí­a, La Liebre Libre, Maracay, Venezuela, 2004), y “Un rí­o de pájaros” (Edición corregida y aumentada, Dejavu, Malmí¶, 2010).

VISITA A GUATEMALA

Como relataba, su visita a Guatemala se debió un poco a la relevancia de su labor como traductor de Tomas Transtrí¶mer. Estando en El Salvador, la noticia del Nobel lo tomó por sorpresa, porque, a pesar de que Mascaró asegura que sí­ se lo merece, el nombramiento sí­ fue sorpresivo, sobre todo porque el poeta sueco tení­a varias décadas de no publicar un libro, así­ como que la Academia ha evitado galardonar a suecos, para que no se concluya sobre una preferencia.

Entonces, por intervención del poeta y editor guatemalteco Pablo Bromo, quien también participaba en el encuentro literario en El Salvador, lo invitó a Guatemala para que realizara una serie de lecturas y talleres literarios en el paí­s.

El lunes 24 de octubre, en Librerí­a Sophos (4ª. avenida 12-59 zona 10, Plaza Fontabella), iniciará un taller literario con Mascaró, que durará hasta el miércoles 26. El cupo es limitado (quince personas), con costo de Q990. Reservaciones al 2419-7070.  El taller literario se dirige a escritores de ficción de intención profesional y también aficionados, y a personas que necesitan de la escritura como herramienta, sin que necesariamente aspiren a ejercer la literatura como profesión. Se analizarán, además de los géneros de poesí­a y narrativa, otros tipos de escritura como la correspondencia, la pieza teatral, el diario í­ntimo, etcétera.

El jueves 27 de octubre, a las 18:30 horas, en Liberí­a Sophos (4ª. avenida 12-59 zona 10, Plaza Fontabella), se llevará a cabo un conversatorio con Mascaró, en donde hablará sobre literatura y traducción y accederá a responder a preguntas del público. Entrada libre.

Como parte de su visita, Mascaró ha estado en La Antigua Guatemala, donde fue nombrado como visitante distinguido, y si el clima y el estado de las carreteras se lo permitió, estuvo en el Occidente.

Como parte de su visita, sucedió este encuentro con la finalidad de una entrevista, como ya se indicó, en El Portalito, en donde más que una entrevista, lo que ocurrió fue un encuentro cordial. Según contó, estando en El Salvador apenas pudo estar en la Zona Rosa y en la Gran Ví­a, parte del sector más comercial y exclusivo de San Salvador. Pero él necesita un contacto más directo con la ciudad, con estos bares que él considera como “democráticos”, porque están abiertos a las posibilidades de todos.

Así­ contó que en Uruguay hay cafés en que indigentes se sentaban a la mesa, sin que a otras personas les molestara, y de parte de la casa, o bien de los mismos clientes, incluso se les ofrecí­a a los vagabundos comida.

Le gustó la cerveza guatemalteca y el ambiente del renaciente Centro Histórico, que tras años de olvido está empezando a recuperar parte de su brillo.

Pero dentro de El Portalito, su atención fue acaparada por el trí­o musical que pasa de mesa en mesa ofreciendo sus canciones. Y él, amante del tango y del vals peruano, no pudo resistir y pidió dos o más canciones.

Así­ fue; quien pudo haber venido a Guatemala vendiéndose como una celebridad, aprovechando el golpe de suerte que le pudo haber ofrecido sus traducciones del reciente Nobel, vino sin pompa ni gala, tal como él asegura que Transtrí¶mer es y fue cuando lo recibió siendo él muy joven.

Porque él más que un traductor (que, a pesar de todo, es una actividad loable), es un poeta; y más que presentarlo como alguien cercano al Nobel, es en realidad un poeta.

“UN RíO DE PíJAROS” (2010) DE ROBERTO MASCARí“

Imágenes del Cabo Polonio
1
Taja el facón del Faro
el Cosmos
mientras,
con una linterna
vamos, en grupo pequeño
sobre el piso de arena invisible
marchando en la noche,
concentrados en la curva
de nuestras rotaciones,
en silencio.

2
El Cabo.
Casi una embarcación.
Adonde no hay Valores.
Centauros Cósmicos.
Ensalada de cielo.
Contracción verde.
Parpadeo.
Tumba lí­quida.
El Mar.

3
Deambulamos por el Cabo
sin caminos,
trazamos rumbos arbitrarios
sobre la planicie del cielo
negro.

4
El Cabo Polonio es una isla.
La isla flota en el mar.
Y tú eres el marino.
                                    (Para Luc Schnerb)

5
El Cabo Polonio es un faro.
Un faro que flota en la noche.
Y tú andas en esa noche.
                                          (Para Pincho Casanova)

6
El Cabo Polonio es un barco.
La Punta del Diablo es el ancla.
Y el Cerro de la Buena Vista es el mástil.
Y tú eres la vigí­a.
                                                   (Para Danyí¨le Alain)

Coheterí­a nocturna en honor de Lucí­a, al cumplir sus 17 años
Es raro el tiempo: se añoran
tiempos pasados al ver
que esos tiempos siguen pasando
pero para otros, otros
que sin embargo son aquellos mismos.

Se añora
la luz del comienzo de la fiesta en la noche
o la hora en que la noche se hace fiesta dentro de cada uno
y a la vez en todos,
de todos hacia afuera:

noche que enciende todas las antorchas,
noche en que estallan todos los petardos,
noche en que tiemblan todos los cuerpos,

especialmente los de las muchachas jóvenes
en los que la vida futura
añora un comienzo
en busca de su fin.

Toda entrepierna nueva busca un élitro
en que el placer habrá sido agotado
mientras la forma repetitiva
zapatea en un rincón
añorando otros tiempos.

Raro el tiempo y sus resonancias.

Agradable mal tiempo
Brusco se deshilacha el humo sobre las casas.
Licuación y cristales en toda la ciudad.
Es el fin del invierno.
                                   Llamas
de primavera.
                      Todo lo que no se dice,
¿adónde va? ¿Está dicho o no dicho?
¿Y el miedo o el coraje de decirlo o callarlo?
¿Y la transparencia? ¿Y la verdad?

¿Y la verdad tras la verdad?

Todo está dicho por las hojas viejas,
ese humus espeso que arderá este verano,
en la ciudad que hoy lame
sus flancos y se enjuaga en neblina.

Se humaniza el cemento.

Todo es una conversación en calma.

El café da su aroma benigno.

Mas la pasión, que sube
del más oscuro fondo de linces y de pumas
y brilla en un ángulo, por sí­ misma abrasada.
Razones no agita:
devora tiempo,
devora conversaciones,
devora fricciones de los cuerpos en la penumbra,
devora drogas que queman el alma
y agotan los sentidos.

La ciudad muestra su espalda oxidada.
Es como la espalda de una doncella impura, impúdica, incendiaria.

El otoño está lejos. Y todos los otoños.

Vamos llegando a casa.

La ciudad arde por sus cuatro costados.

Cada dí­a
es como una llamarada
en cielo de papel.
    
El viaje
Si uno sale a pie, de noche, bajo la maraña engañosa del tupido monte criollo, si uno sale al romper el dí­a, con el cantar de los gallos, temprano, muy temprano, cuando las gotas de rocí­o están opacas aún sobre las plantas y el suelo, cuando las estrellas aún no se han borrado en la pizarras del azur; si uno decide salir del poblado o del pueblo en el silencio de la mañana, salir de la ciudad, si uno lo ha decidido la noche previa, antes del reposo nocturno, después  madruga y parte, quiebra el idilio rural o urbano y rompe la superficie con un resoplido de potro, si uno sale al alba, en la noche casi dí­a de la alborada, al romper el dí­a, del rumor del dulce arrullo del rumor de la patria, si uno se levanta pues y parte, por los senderos no trazados del monte de espinillos, por las infinitas filas de palmeras, de sauces, por el suelo y las lindes del rí­o cubiertas de indómitas enredaderas, junto al cauce de aguas que riega las riberas bagualas del regazo tibio del Abra de Perdomo.
                                                                                    (Para Aldo Mazzuchelli)

La aldea global
Con una aldea se hace poblado y con poblado se hace comarca y con comarca se hace rancherí­o y con rancherí­o se hace pueblo y con pueblo se hace ciudad y con ciudad se hace villorrio y con villorrio se hace suburbio y con suburbio se hace arrabal; con arrabal se hace grupo de casas y con casas se hace cuerpos de villas y con cuerpos de villas se hace vecindarios y con vecindarios se hace grupos habitacionales y con grupos habitacionales se hace piezas y con piezas se hace flores, pájaros y campos.