Packers-Bears. Steelers-Browns. Cowboys contra cualquier equipo de la División Este de la Conferencia Nacional.
Esas son rivalidades de larga trayectoria en la NFL.
Hay que agregar a ellas 49ers-Seahawks, con una historia de antipatía emanando de las filas universitarias de sus entrenadores, y una fuerte animosidad surgida de dos enfrentamientos por año en su división. Ahora chocan por un boleto al Super Bowl.
¿Son reales esos rencores?
«Pienso que sí, pero siempre va a ser así cuando se tiene dos buenos equipos en la misma división», dijo el receptor de los 49ers, Anquan Boldin. «Se juega entre ambos un par de veces al año y si se eres suficientemente bueno, posiblemente tres veces al año. Fue igual cuando estuve en Baltimore jugando contra Pittsburgh. Uno se respeta mutuamente como adversarios, pero hay realmente un desagrado».
Es una cosa saludable, en realidad, pues desarrolla una acción incluso más intensa, en el campo y en la línea de banda.
Uno de estos equipos emergerá el domingo del ensordecedor CenturyLink Field hacia Nueva Jersey para jugar por el máximo premio de este deporte. El otro se irá de vacaciones con aún más odio por su adversario.
«No hay buenos ni malos sentimientos», dijo el cornerback de los Seahawks Richard Sherman, quien se encontrará alineado frecuentemente contra Boldin en el juego de campeonato de la Conferencia Nacional. «Va a ser intenso. Va a ser de mucho contacto físico. No sé si habrá apretón de manos después de éste».
Y no se diga en cuanto a los entrenadores. Cuando el entrenador de los 49ers Jim Harbaugh estuvo en Stanford —donde casualmente jugó Sherman después de ser reclutado por el actual entrenador de los Seahawks Pete Carroll cuando él estuvo en el sur de California— dirigió al equipo a una victoria impresionante en 2009 en Los Ángeles que motivó a Carroll preguntarle al final del juego: «¿Cuál es tu problema?».
El «problema» de Harbaugh ha girado siempre en torno a ser un jugador y entrenador bien demarcado. Sus equipos personifican esa actitud, y ciertamente ha trabajado en San Francisco. Los 49ers tienen marca de 41-13-1 en sus tres temporadas a cargo, están en su tercer juego consecutivo por el título de conferencia, y no ceden ante nadie.
Eso puede causar algunos momentos incómodos, ya sea Harbaugh estrechando manos y dando palmadas en la espalda de forma súper entusiasta después de victorias, o su equipo jugando hasta que suena el silbato, y en ocasiones después de sonar.
Carroll afirma que el encono entre ellos es exagerado.
«Por alguna razón, ustedes muchachos (la prensa) se han dado un banquete con esto», dijo el jueves Carroll a reporteros. «No hemos sido amigos durante el año, simplemente llegamos a conocernos a través de los juegos. Tenemos una relación bastante restringida».
«Tengo gran respeto por Jim. Eso es; ustedes se han divertido mucho con eso».
Los Seahawks de Carroll no son exactamente hermanas de la caridad, tampoco. Defensivamente, al menos, éstas son las dos unidades más atléticas e intimidantes en la NFL.