Recientemente en CNN en español se informaba que la riqueza producida en el mundo en un 50% se encuentra concentrada en menos del 1% de la población. De forma similar, Edelberto Torres Rivas publicaba “Capital gigante y Estado enano”, todo lo cual contrasta con uno de los temas principales del discurso de cierre de dos años de gobierno que en Escuintla efectuara el presidente Otto Pérez Molina, señalando que la desnutrición en el país se había visto sustancialmente reducida, hecho que fue refutado por el sacerdote José Can, ex párroco de Purulhá, quien indicó: “En Baja Verapaz la desnutrición no ha decrecido, no murió sólo un niño sino cinco en el año 2013”.
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Pretender que la riqueza no se concentre es imposible, la historia así lo evidencia y como lo señala Torres Rivas “menos de 250 familias en Guatemala, en conjunto, son poseedoras de algo más de US$30 millardos”. Por el contrario, alrededor del 60% de los guatemaltecos viven con menos de US $2.00 diarios.
¿Cómo hacer para que los panes y los pescados se multipliquen?, ¿para que caiga maná del cielo? Eso es imposible. Lo que no es justificable, ni aceptable es que el Estado continúe siendo un enano y que pretenda a base de programas y propaganda decir que está cumpliendo con su cometido de garantizar la vida, de reducir la desnutrición, de aumentar la clase media y de actuar para que nadie abuse y lucre enormemente en los huevos, el pollo, la harina, la carne, el aceite y demás insumos de la canasta básica.
No se debe actuar como en Venezuela y que el Presidente decrete que nadie puede tener más del 30% de ganancia; sin embargo, cualquier productor de la canasta básica debería comprender que la utilidad que día a día obtiene en la venta de alimentos no puede ser de enormes niveles en un país como Guatemala donde la desnutrición es tan alta, donde la pobreza se acerca al 60% y los salarios mínimos son inferiores al precio diario de los alimentos básicos.
Dos años le restan a este Gobierno, será acaso imposible que el Presidente, que la Vicepresidenta no libere la importación de todos los productos de la canasta básica y los hagan competitivos, eliminando si es necesario los aranceles y también con ello eliminando el contrabando hormiga, que libremente se pueda importar de México o de otros países todos los productos de la canasta básica sin cuota, sin aranceles y así lograr que miles de pequeños empresarios provean el mercado mientras los grandes productores no quieran ser competitivos.
Además de los productos alimenticios, todos los medicamentos de una misma marca, incluyendo los genéricos, debe permitirse su importación, logrando con ello no solo multiplicar el mercado sino proveer al Seguro Social, al Ministerio de Salud, a los hospitales públicos y privados, así como a los enfermos en general de una reducción de más del 30% del valor que actualmente pagan.
La mayoría de los medicamentos los produce en el mundo un reducido número de empresas, los componentes y las marcas son iguales; por tanto, dejemos que los productos se comercialicen por quien así lo desee toda vez ya exista una registro médico que no debe ser una barrera no arancelaria que mantenga el monopolio de la importación, fabricación, distribución y venta.
Apliquemos la libre competencia, la libertad de importación, la creación de pequeños y medianos empresarios y así logremos reducir en todo sentido la pobreza, la desnutrición, la mala educación, la pésima prestación de servicios de salud y seguridad. Dejemos de ser enanos. Presidente, vicepresidenta atrévanse históricamente a ser gigantes.
¡Guatemala es primero!