Rí­o revuelto en Georgia


El oligarca Badri Patarkatsishvili, acusado por las autoridades de intentar un golpe de Estado durante manifestaciones reprimidas violentamente, anunció hoy su candidatura a las presidenciales anticipadas de enero, mientras sigue vigente el estado de excepción en Georgia.


«Participaré en la campaña electoral y en la elección presidencial de enero de 2008», indicó Patarkatsishvili, en un comunicado difundido por la agencia Bell Pottinger Group con sede en Londres.

Este oligarca financia la oposición georgiana y controla, junto con el magnate Rupert Murdock, la cadena Imedi, el principal medio de oposición en Georgia, cerrado desde el miércoles por la noche.

La Fiscalí­a general de Georgia acusó el viernes a este oligarca de haber realizado un complot para «derrocar» al poder durante las manifestaciones de la oposición.

Tambén es blanco de los aliados más fieles del presidente Mijail Saakashvili, enviados el viernes para justificar las decisiones y mejorar la imagen del jefe del Estado.

«Georgia ya no es un paí­s donde un hombre, aunque sea muy influyente, muy rico, y esté bien entrenado, puede tratar de derrocar a un gobierno», declaró Guiga Bokeria, un diputado considerado como la eminencia gris de Saakashvili.

En las calles de Tiflis, bañadas nuevamente por el sol, nada indicaba que el paí­s estuviera amenazado por un grave peligro en el tercer dí­a del estado de excepción. La presencia policial fue reducida al mí­nimo.

Tres dí­as después de los violentos choques entre policí­as antimotines y manifestantes de la oposición, las autoridades justificaron la represión señalando el peligro de un derrocamiento del poder polí­tico y de un «baño de sangre».

«Habí­a un riesgo de un baño de sangre, que Tiflis fuera dominado por el caos y luego, ¿qué hubiera sucedido con el resto del paí­s?», preguntó Bokeria.

El influyente diputado rechazó la idea de una respuesta desproporcionada y opinó que los lí­deres radicales de la oposición, financiados por el oligarca georgiano Bardi Patarkatsishvili y utilizados por los servicios especiales rusos, trataban de tomar el poder. Sin embargo, reconoció que el presidente demoró en dar explicaciones.

El mandatario georgiano, acusado de haber olvidado los ideales democráticos preconizados después de que llegó al poder, en 2003, preocupa a la comunidad internacional, y sobre todo al gobierno norteamericano, que insistió en que se levantase el estado de excepción.

Estados Unidos, un aliado tradicional de Georgia en una región considerada como sometida a la influencia rusa, anunció el viernes el enví­o de un emisario a ese paí­s para exigir el levantamiento «inmediato» del Estado de emergencia y el respeto de las libertades públicas.

El subsecretario del Departamento de Estado encargado de asuntos europeos y euroasiáticos, Matthew Bryza, llegará este fin de semana para una visita de varios dí­as.

La Unión Europea, a través de su representante especial para el Cáucaso Sur, Peter Semneby, también pidió a Georgia que levante «lo antes posible» el estado de excepción y que «dé un nuevo impulso al diálogo» con la oposición.

Al mismo tiempo, el poder polí­tico tendió la mano a la oposición, con la cual se reunirá este sábado para discutir los próximos comicios, después de que el jefe del Estado anunciara el jueves la realización anticipada de las elecciones presidenciales el 5 de enero para poner fin a la crisis.