Un catamarán verde recorre las aguas contaminadas de la Bahía de Guanabara junto a botes de pesca, pero no busca peces sino bolsas de plástico, botellas de gaseosas y asientos de inodoros.
El catamarán es uno de tres «barcos ecológicos», como se denomina a barcazas recolectoras de basura llamadas a desempeñar un papel clave en la limpieza de la bahía y de otros ríos y lagos donde tendrán lugar competencias de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro del 2016. Las barcazas, sin embargo, no resolverán la contaminación derivada de la presencia de aguas residuales, según detractores del proyecto.
Esta metrópoli de 6 millones de habitantes no está preparada para lidiar con las toneladas de basura y desechos que llegan a diario a la bahía, donde se llevarán a cabo las competencias de vela. Cuando hay marea baja, se pueden observar montañas de desperdicios, de sofás viejos e incluso de máquinas de lavar.
Un análisis de la Associated Press de noviembre que tomó en cuenta los resultados de estudios realizados por el gobierno a lo largo de una década indicó que los ríos y lagunas de los alrededores de Río de Janeiro tienen niveles de contaminación de coliformes fecales muy por encima de los considerados aceptables por las leyes brasileñas.
Como consecuencia de la contaminación, casi nadie nada a lo largo de los 383 kilómetros (148 millas) de playas y algunos expertos dicen que los atletas olímpicos que entren en contacto con estas aguas podrían sufrir las consecuencias. Navegantes de elite han dicho que sus veleros podrían sufrir graves daños e incluso hundirse si chocan a alta velocidad con objetos flotantes.
La contaminación de las aguas está acaparando nuevamente titulares en la prensa de Brasil desde que comenzaron a aparecer densas capas de espuma marrón en las playas más populares de Río, incluida Copacabana. Esas playas están repletas de basura que flota a metros de la arena.
Las autoridades confían en que las barcazas ecológicas den resultados. Son embarcaciones rectangulares hechas de acero, de cuatro toneladas, que cuentan con poderosos motores y una especia de colador muy resistente que atrapa objetos flotantes, desde basura doméstica hasta cosas más grandes como sillones, televisores y neveras. Esos objetos son depositados en un depósito de las naves, donde se separan las cosas reciclables.
Las embarcaciones, que entraron en operaciones el viernes pasado, no resuelven la contaminación de las aguas residuales, pero las autoridades aseguran que disminuirán sensiblemente los niveles de contaminación.
«Nuestro objetivo es que no haya basura flotante en la Bahía de Guanabara», expresó Gelson Serva, quien dirige la campaña de limpieza, un proyecto de 840 millones de dólares que incluye una iniciativa para ampliar la capacidad de procesamiento de las aguas del sistema de alcantarillados. Solo un 30% de las aguas residuales es procesado. El resto va a parar a ríos, lagunas y la bahía, con sus playas famosas mundialmente.
«Quienes viven en la zona de la bahía notan la diferencia de los dos últimos años», manifestó Serva.
Mario Moscatelli, biólogo que encabeza varios proyectos de recuperación de manglares a lo largo de la costa de la bahía, dijo que, si bien las barcazas son algo positivo, la iniciativa llega demasiado tarde y no es lo suficientemente abarcadora.
«A esta altura, medicinas sin receta no van a curar al paciente, que es la Bahía de Guanabara. Se necesita quimioterapia, radioterapia, acciones fuertes», sostuvo. «Algo es mejor que nada, pero todo depende de la relación entre costo y beneficio. Estas embarcaciones, que usan gasolina y tienen muchas limitaciones en cuanto a lo que pueden recoger, no ofrecen una relación costo-beneficio buena».
«Esta especie de recolección manual (de desechos) se presta para las fotos», expresó Moscatelli. «Pero no aborda el problema de raíz».