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Mario Gilberto González Ramírez
Mi nietecita Adriana, me pregunta: Abuelito ¿qué es compartir? ¿Sabes el cuento del racimo de uvas? ?le digo yo- No abuelito. Cuéntamelo.
En los días de Navidad, una ancianita muy linda con su cabecita blanca, le regaló a un niño, un racimo de frescas y jugosas uvas.
Cuando el niño tuvo el racimo de uvas entre sus manos, sintió deseos de probarlas porque parecían muy apetitosas, pero pensó en su padre que a esa hora, laboraba para llevar el sustento a su familia. Así que le llevó el racimo de uvas a su padre.
También él sintió deseos de probarlas porque eran frescas y jugosas. Pensó en su hija que estaba enfermita y llevaba varios días de estar en cama. Así que cuando fue a almorzar le llevó el racimo de uvas.
La niña se lo agradeció con sus ojitos bañados en lágrimas, pero tampoco se las comió porque pensó en su mamá, de quien estaba muy agradecida por los cuidados que le regalaba a cada instante. Así que cuando su mamá le llevó el almuerzo, ella le regaló el racimo de uvas en testimonio de agradecimiento.
La mamá tampoco se las comió. Las guardó. Y después de la cena, les dijo: Les tengo una sorpresa. Cierren los ojos y ábranlos hasta que yo les diga. Cuando abrieron los ojos, en el centro de la mesa estaba el racimo fresco y jugoso de las uvas. Y con gran alegría, dijo la mamá: todos, vamos a compartirlo.