Rincón LITERARIO



Fábulas

Augusto Monterroso

La Oveja Negra

En un lejano paí­s existió hace muchos años una Oveja negra.

Fue fusilada.

Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.

Así­, en lo sucesivo, cada vez que aparecí­an ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes

y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.

El Espejo que No Podí­a Dormir

Habí­a una vez un espejo de mano que cuando se quedaba solo y nadie se veí­a en él se sentí­a de lo peor, como que no existí­a, y quizá tení­a razón; pero

los otros espejos se burlaban de él, y cuando por las noches los guardaban en el mismo cajón del tocador dormí­an a pierna suelta satisfechos, ajenos a la preocupación del neurótico.

El Burro y La Flauta

Tirada en el campo estaba desde hací­a tiempo una Flauta que ya nadie tocaba, hasta que un dí­a un Burro que paseaba por ahí­ resopló fuerte

sobre ella haciéndola producir el sonido más dulce de su vida, es decir, de la vida del Burro y de la Flauta. Incapaces de comprender lo que

habí­a pasado, pues la racionalidad no era su fuerte y ambos creí­an en la racionalidad, se separaron presurosos, avergonzados de lo mejor que el

uno el otro habí­an hecho durante su triste existencia.

El Fabulista y sus Crí­ticos

En la Selva viví­a hace mucho tiempo un Fabulista cuyos criticados se reunieron un dí­a y lo visitaron para quejarse de él (fingiendo alegremente que no hablaban por ellos sino por otros), sobre la base de que sus crí­ticas no nací­an de la buena intención sino del odio.

Como él estuvo de acuerdo, ellos se retiraron corridos, como la vez que la Cigarra se decidió y dijo a la Hormiga todo lo que tení­a que decirle.