Rincón LITERARIO



Canto a nuestra posición

(Fragmento)

Roque Dalton

A Otto René Castillo

Nos preguntan los poetas de aterradores bigotes,

los académicos polvorientos, afines de las arañas,

los nuevos escritores asalariados,

que suspiran porque la metafí­sica de los caracoles

les cubra la impudicia:

¿Qué hacéis vosotros de nuestra poesí­a azucarada y virgen?

¿Qué, del suspiro atroz y los cisnes purí­simos?

¿Qué, de la rosa solitaria, del abstracto viento?

¿En que grupo os clasificaremos?

¿En que lugar os encasillaremos?

Y no decimos nada.

Y no decimos nada.

Y no decimos nada.

Porque aunque no digamos nada,

los poetas de hoy estamos en un lugar exacto:

estamos

en el lugar en que se no obliga

a establecer el grito.

(Ah, como me dan risa los antiguos poetas

empecinados en vendarse los ojos

y en embadurnar de pétalos y de pajarillos famélicos

la giba del dolor anonadante

que se encarama sólida

encima del hombro positivo universal

desde el primer amanecer y el primer viento,

y que se olvidaron del hombre)

Estamos

en el lugar exacto que la noche precisa

para ascender al alba.

(Muchos poetas inclinaron sus insomnios antiguos

sobre la fácil almohada azul de la tristeza.

Construyeron ciudades y astros y universos

sobre la anatomí­a mediocre

de un nido de muñecas cristalinas

y exilaron la voz elemental

hasta planos altisimos, desnudos

de la raí­z vital y la esperanza.

Pero se olvidaron del hombre.)

Estamos

en el lugar donde se gesta definitivamente

la alegrí­a total que se atará a la tierra.