Rey entabla pulso con maoí­stas, tras elecciones


La secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, no obtuvo hoy compromisos concretos en su intento por convencer a los Estados árabes dirigidos por regí­menes sunitas de que apoyaran al gobierno iraquí­ de mayorí­a chiita.


Tras un encuentro en Manama con representantes de ocho paí­ses árabes y de Irak, Rice explicó que las conversaciones se habí­an centrado en el aligeramiento de la deuda iraquí­ y la apertura de embajadas árabes en Bagdad.

Pero no anunció progresos en estos dos ámbitos que Washington considera cruciales para la estabilización de Irak, pues parece convencido de que una mayor movilización árabe en el paí­s del Golfo contrarrestarí­a la influencia de Irán.

«Creo que es un proceso que va a avanzar», declaró Rice tras reunirse con sus homólogos árabes, un dí­a después de haber visitado por sorpresa Bagdad.

«Algunos paí­ses en la mesa mencionaron su deseo de tener representantes permanentes» en Irak, afirmó.

«Los términos de un aligeramiento de la deuda (iraquí­) se conocen desde hace tiempo. Se trata justo de llevar a buen término las negociaciones», estimó.

Después de Manama, Rice debí­a viajar a Kuwait para participar el martes con el primer ministro iraquí­, Nuri al Maliki, en una conferencia de los paí­ses vecinos de Irak y las grandes potencias, la tercera de este tipo después de las organizadas en Egipto y Turquí­a.

La jefa de la diplomacia estadounidense especificó que los ministros árabes coincidí­an con ella en la necesidad de incluir Irak en su foro de debate, conocido como el «Grupo 6 2 1», que se reunió cuatro veces desde enero del 2007 y del que forman parte los seis miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG – Arabia Saudí­, Bahréin, Qatar, Omán, Kuwait, Emiratos írabes Unidos), Egipto, Jordania y Estados Unidos.

«Los miembros de este grupo piensan que Irak deberí­a participar regularmente en estas conversaciones. Es un avance muy bueno para reincorporar a Irak en los debates regionales», dijo Rice durante una conferencia de prensa conjunta con el ministro de Relaciones Exteriores bahreiní­, jeque Jaled ben Ahmad al Jalifa.

Este último especificó que su paí­s se hallaba «en un proceso de elección de un embajador» que serí­a enviado a Bagdad, sin fijar un calendario preciso al respecto.

Desde la invasión estadounidense de Irak en 2003, que derrocó al régimen sunita de Saddam Hussein, los vecinos árabes de Irak se han declarado preocupados por la inseguridad en este paí­s y dudado de la conveniencia de apoyar un gobierno dominado por los chiitas.

El ministro bahreiní­ afirmó que los diplomáticos árabes se planteaban interrogantes al respecto de «la ambigí¼edad» de la situación polí­tica en Irak, aunque habí­an obtenido «explicaciones muy buenas» de Rice y del jefe de la diplomacia iraquí­, Hoshyar Zebari.

Este último calificó su participación en este encuentro de «salto cualitativo para Irak».

Estados Unidos antepone la reconciliación entre las diferentes facciones iraquí­es como condición imperativa para llegar a la estabilización en materia de seguridad, la cual podrí­a traer consigo una reducción de su contingente prevista antes de julio.

Rice llamó a los paí­ses árabes a afrontar «sus obligaciones», reabrir sus embajadas en Bagdad y condonar parte de la deuda iraquí­, heredada en su mayor parte del periodo de Saddam Hussein.

El domingo, Kuwait anunció su decisión de enviar a un embajador a Bagdad, negando que se debiera a la petición estadounidense.

La Liga írabe también informó de que nombrarí­a a un jefe para su misión diplomática en Bagdad.

Según el Club de Parí­s, la deuda iraquí­ ascenderí­a a unos 120.000 millones de dólares a finales del 2004. Según el departamento de Estado, esta cifra descendió hasta 66.500 millones de dólares en los últimos tres años.