Revolución Cubana: ejemplo para América Latina


Al cumplirse 50 años del triunfo de la Revolución Cubana, quienes creemos en la verdadera liberación de los pueblos no podemos menos que reconocer su histórico papel y su ejemplo de dignidad para América Latina, que empieza a florecer y fructificar desde la Patagonia hasta el Rí­o Grande. Los revolucionarios agradecemos a dicha Revolución, y a los dirigentes y pueblo cubanos, el duro sacrificio que ha significado enfrentar los gobiernos estadounidenses, de Eisenhower a Bush.

Lic. Raúl Molina

En ese largo perí­odo, América Latina ha pasado por perí­odos terriblemente oscuros, tales como los regí­menes militares responsables de «guerras sucias», genocidio y siniestras operaciones como Cóndor. También hubo de soportar las llamadas «transiciones a la democracia», basadas en la impunidad de los represores. Para colmo de males, las «democraduras» se encargaron de vender nuestros paí­ses al mejor postor y al brutal neoliberalismo. Solamente en los últimos años, nuevos dirigentes, apoyados por los sectores más heroicos de sus pueblos, han iniciado procesos de cambio que prometen dar protagonismo a las grandes mayorí­as. Para ello, la Revolución Cubana ha sido el sí­mbolo de lo que en materia de soberaní­a, dignidad y desarrollo social los demás paí­ses latinoamericanos podrí­amos lograr.

Las contribuciones de la Revolución Cubana, en aspectos materiales, morales y polí­ticos no se han limitado a América Latina. No por casualidad la efigie del Che Guevara es sí­mbolo de transformación para las juventudes por todo el mundo. De no estar satanizados por los medios de prensa, también serí­a sí­mbolos Fidel, Raúl, Camilo y muchos héroes más. Como afirmaran representantes de paí­ses africanos en la ONU, Cuba jugó un papel determinante para la derrota del apartheid en Sudáfrica y la consolidación de diversas naciones africanas. Ha sido, igualmente, parte fundamental del Movimiento de Paí­ses No Alineados, preocupándose por el destino de los paí­ses caribeños y los paí­ses menos adelantados de Asia, ífrica y América Latina. Mientras que las grandes potencias se jactan de su poderí­o, los médicos y maestros cubanos recorren el Tercer Mundo para contribuir al desarrollo humano de sus abandonados pueblos.

Hace poco, leí­ un artí­culo que aseguraba que, 50 años después de la Revolución, Cuba no tení­a nada que mostrar. Se referí­a a aspectos materiales no superados,1 provocados por los problemas de desarrollo bajo el permanente embargo de los Estados Unidos. El artí­culo ignoraba lo que es una realidad para los pobres del mundo: los aspectos materiales de la sociedad de consumo pueden postergarse, en tanto la educación, el trabajo, la alimentación y la salud, así­ como la plena soberaní­a, están garantizados. Por ello los logros de la Revolución Cubana saltan a la vista y son reafirmados por los sectores marginados de nuestras sociedades, desde los Estados Unidos, en donde finalmente los afroamericanos pueden contar con un presidente salido de ellos, hasta los indí­genas de Bolivia, que cuentan con Evo Morales. Más temprano que tarde, también Guatemala contará con una o un presidente maya, xinca o garí­funa. Esos logros han contado con el faro de dignidad de la Revolución Cubana, a la cual modestamente saludo en este dí­a.