La historia de los castrados italianos, estrellas populares del Barroco, empieza a salir a la luz gracias a las recientes investigaciones de los expertos, que ahora muestran en una exposición en el oeste de Francia cómo estos cantantes hacían vibrar al público.
«Según varios testimonios de la época, probablemente algo exagerados, las mujeres se golpeaban la cabeza contra las paredes escuchando a los castrados», reveló Francesca Boris, responsable del departamento de Archivos de Estado de Bolonia (Italia), en una primera rueda de prensa consagrada al tema.
Una verdadera «histeria colectiva» se amparaba del público -tanto femenino como masculino- cuando estos cantantes operados en la infancia para conservar una voz aguda y cristalina actuaban en las iglesias y las óperas en el siglo XVII y XVIII, según Boris.
Los castrados que triunfaban eran «comparables a nuestras estrellas de fútbol o de rock actuales», destacó Patrick Barbier, historiador de la música.
A estas celebridades se les permitían todos los caprichos, hasta «cambiar una melodía que les disgustaba» o «modificar su atuendo», algo impensable para un cantante de ópera en Francia en la misma época, según el musicólogo italiano Carlo Vitali.
Procedentes en su mayoría de clases pobres y desfavorecidas, los castrados con más talento llegaban a convertirse en personajes acaudalados y poderosos, como el más famoso de ellos, Farinelli (1705-1782), que fue ministro del rey de España, y que inspiró en 1994 una película del belga Gerard Corbiau.
Según Barbier, «miles» de niños italianos fueron operados a petición de sus padres que esperaban que sus hijos escaparan de la miseria con este sacrificio.
La reciente apertura de los archivos de los conservatorios de Nápoles, donde los pequeños castrados eran educados, ha permitido conocer un poco mejor su formación.
Más vigilados que los demás durante el recreo, mejor vestidos y alimentados, los «eunuchi», como se los llamaba en la época, se beneficiaban de una atención particular debido a su fragilidad, explicó Barbier.
Varios estudios estadounidenses divulgados en los últimos tiempos revelan asimismo que estos cantantes de sexo híbrido vivieron durante más tiempo que la media, probablemente porque escaparon a las enfermedades típicamente masculinas.
El conocimiento sobre estos personajes que hicieron época sigue siendo no obstante limitado. Los castrados apenas dejaron documentos escritos, con excepción de algunas cartas, lo que impide a los historiadores comprender cómo vivieron en su piel su condición y su éxito.
El último de ellos, Alessandro Moreschi, falleció a principios del siglo XX dejando para la historia apenas unas cuantas grabaciones de mala calidad.
Pero lo que sí se sabe sobre la vida y la música de estos eunucos cantantes puede descubrirse hasta el 29 de junio en la Collégialle Saint-Martin de Angers (oeste de Francia), a través de una exposición del pintor Dominique Guillemard y de sendos conciertos de la mezzosoprano estadounidense Vivica Genaux y del contratenor francés Philippe Jaroussky.