La secretaria estadounidense de Estado, Hillary Clinton, y su homólogo ruso, Sergei Lavrov, se reúnen el viernes en Ginebra por primera vez para abordar los diferentes temas de interés para ambos países, desde el programa nuclear iraní a Georgia o el escudo antimisiles.
«En Ginebra, departiré con Lavrov sobre un amplio abanico de temas clave sobre los que podemos cooperar y sobre los que mantenemos diferencias», declaró el jueves en Bruselas la jefa de la diplomacia estadounidense.
Este encuentro servirá de preludio a la primera cita cara a cara de los presidentes Barack Obama y Dimitri Medvedev, prevista el 2 de abril en Londres, en ocasión de la cumbre del G20 sobre la crisis financiera mundial.
«La reunión nos permitirá examinar nuestras relaciones y preparar la de los presidentes», declaró hace unos días Lavrov.
Los lazos ruso-estadounidenses, tensos bajo la administración de George W. Bush, empezaron a recobrar vigor, al menos en las formas, desde la llegada a la Casa Blanca de Barack Obama.
Pero, en el fondo, las diferencias siguen siendo las mismas: Washington sigue empecinado en sacar adelante su proyecto de escudo antimisiles en Europa, después de haberse mostrado dubitativo, mantiene su rechazo a la existencia de una zona de influencia rusa en Europa del Este y defiende el ingreso de Georgia y Ucrania en la OTAN.
«Nuestro compromiso con Rusia no altera en nada nuestro apoyo a los países como Georgia, los bálticos o los Balcanes para que sean independientes, libres, tomen sus propias decisiones o diseñen su propio camino sin la indebida interferencia de Rusia», dijo Clinton el viernes en Bruselas, antes de viajar a Ginebra.
No obstante, la nueva administración tiene tanta necesidad como la precedente del apoyo ruso a los contenciosos nucleares iraní y norcoreano.
Decidido a aumentar su implicación militar en Afganistán, Estados Unidos quiere poder seguir enviando material a Kabul via Rusia.
Washington pretende reavivar las negociaciones para la renovación del Tratado de reducción de armas estratégicas (START-1) que expira a finales de 2009, y de este modo restablecer la confianza mutua.
Clinton anunció su intención de mostrarse realista, considerando que «llegó el momento de volver a un nuevo punto de partida» con Moscú y también de que las relaciones entre la OTAN y Rusia recuperen la normalidad, tras quedar en suspenso por la guerra ruso-georgiana.
«Creo que en ciertos dominios, vamos a encontrar un gran potencial de cooperación», explicó. «En otros, tendremos divergencias», pero «esperamos alcanzar acuerdos si es posible».
Al mismo tiempo, tiene la intención de presionar a Rusia para que renuncie a vender misiles tierra-aire a Teherán, subrayando que tal perspectiva «constituye una amenaza tanto para Rusia como para Europa y los vecinos» de Oriente Medio.
Clinton espera también convencer a Moscú de que participe en el proyecto de escudo antimisiles que Estados Unidos quiere desplegar en Polonia y la República Checa para contrarrestar una posible amenaza de países como Irán.
«Creo que (los rusos) empiezan verdaderamente a admitir que no está dirigido contra Rusia», estimó.
Antes de viajar a Ginebra para verse con Lavrov, Clinton habló este viernes de la política de su país con un grupo de jóvenes en el parlamento europeo en Bruselas, en la primera visita a la cámara de un dirigente estadounidense de ese nivel desde la de Ronald Reagan en 1985.
«Tenemos una consigna en la administración de (Barack) Obama: «no hay que desaprovechar una buena crisis». Y no la desaprovechamos si puede acabar teniendo un impacto positivo», dijo a los jóvenes, hablando del cambio climático.
Clinton reiteró por otra parte su propuesta de organizar el 31 de marzo una conferencia ministerial internacional sobre Afganistán, a la que pretende invitar a Irán.
«Irán es un vecino. Irán, por ejemplo, está muy preocupado por la importación de narcóticos desde Afganistán. Hay muchas razones que interesan a Irán», así que Teherán «será invitado. Obviamente les corresponde a ellos decidir si vienen o no».