La ciudadanía guatemalteca no desconoce que Guatemala tiene diversos flujos migratorios que lo ubican como un país de origen, tránsito y destino de migrantes. Pero, en la actualidad, diversos investigadores del tema también le señalan la característica de ser una nación que puede ser ubicada como de retorno migratorio. Basta con analizar el flujo de las trabajadoras y trabajadores agrícolas (caña de azúcar, plátano y café), quienes permanecen en Chiapas por varios meses y retornan a Guatemala por diversos motivos (básicamente culturales y económicos), quienes se encuentran en las playas de Quintana Roo, en el área de la construcción, tendrán que regresar a su patria cuando concluya el lapso de trabajo, las trabajadoras domésticas, y los adolescentes que se ganan la vida en la economía informal de Tapachula; sin embargo, son los hombres y las mujeres que pretenden arribar a Estados Unidos utilizando territorio mexicano en forma indocumentada quienes enfrentan más problemas cuando se les obliga a retornar a Guatemala.
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Los cientos de ciudadanos y ciudadanas que iniciaron el viaje buscando un trabajo en territorio estadounidense retornan deportados de Estados Unidos, amarrados de pies y manos, se ejerció violencia contra la mayoría de ellos, han permanecido varios meses en la cárcel donde fueron retenidos después de que la Policía realizó redadas, y se les prohibió a sus hijos y otros parientes.
De igual manera, retornan quienes han sido asegurados (en México no es delito estar indocumentado, por eso no se les puede capturar y menos deportar. Se utiliza el término devolver). En este país la situación adquiere otra dimensión pues, aunque el gobierno mexicano no tiene una política antiinmigrante, sí se presentan descuidos con los gobernantes estatales que con indolencia han dejado que permanezcan grupos de la Policía que persiguen a los indocumentados, los esquilman y se han puesto al servicio de delincuentes. El Colegio de la Frontera Sur de México dio a conocer que la reglamentación migratoria mexicana autoriza «a registrar» indocumentados a la Policía Federal Preventiva y a los oficiales del Instituto Nacional de Migración y, sin ningún ordenamiento jurídico, 30 instituciones (la gran mayoría policiacas) participan (léase corrupción) en la persecución a migrantes. A este hecho debe agregarse la actuación de grupos de maras, zetas y otros, quienes son parte de la delincuencia organizada, y se dedican a la extorsión y secuestro de hombres y mujeres para exigir rescate y soltarlos. Sólo gente totalmente deshumanizada y criminal, pues piden dinero a familias que se encuentran en la extrema pobreza y otros sectores populares que han salido del país por no tener ingreso económico.
Un factor importante lo constituye el retorno de migrantes centroamericanos en transporte adecuado y moderno, que los lleva a sus fronteras. Es en esta operación donde se presenta, una vez más, una situación incomprensible de las autoridades migratorias guatemaltecas y mexicanas para el traslado -sin adecuada planificación- de migrantes. Por ejemplo: las hondureñas y hondureños los trasladan a la delegación migratoria de El Corinto, en Honduras. Para hacerlo, los autobuses mexicanos salen de Acayucan, Veracruz, y recorren 1,298 kilómetros. Si lo hicieran por la frontera El Ceibo, Guatemala (729 kilómetros), se ahorrarían tiempo y problemas pues tendrían una diferencia de 569 kilómetros. Asimismo, cuando los migrantes que van a ser devueltos los trasladan de Tenosique, Tabasco, hasta Tapachula, y de ahí a El Corinto. Son 1,395 kilómetros. Si lo hicieran por medio de frontera El Ceibo, Guatemala, a El Corinto, serían 456 kilómetros y se ahorrarían 939 kilómetros.
De acuerdo con las cifras anteriormente expuestas es válido preguntarse: ¿Cuál es el propósito de las autoridades migratorias de Guatemala y México para que los migrantes atraviesen toda la República guatemalteca, incluyendo la ciudad de Guatemala? ¿Cuáles son los argumentos para no utilizar la frontera de El Ceibo? Además, se corre menos peligro de ser asaltados. Estas preguntas no son las únicas. Si a este hecho se agrega la vulnerabilidad de los migrantes en las carreteras, ¿Por qué esperar a que haya una tragedia por no utilizar una vía de comunicación que costó tantos problemas, dinero, y fue inaugurada por los presidentes de Guatemala y México?
Es necesario reflexionar con relación a la defensa de los derechos de hombres y mujeres que, de Guatemala se han trasladado a otra nación para obtener un salario que en su propio país no pueden lograr, que ninguna autoridad migratoria o personas en general, pueden realizar actos de violencia contra hombres, específicamente, mujeres, niños y niñas, ya sea en Estados Unidos, México, o cualquier otra nación.