Resultado de las presiones



Estados Unidos ha tenido que hacer grandes concesiones para que Corea del Norte aceptara hoy detener sus actividades nucleares a cambio de ayuda energética, en parte para compensar otros fracasos diplomáticos, estiman los expertos.

El presidente estadounidense, George W. Bush, que se enfrenta a un Congreso hostil y tiene en su haber una serie de fracasos diplomáticos en Irak e Irán, necesitaba un acuerdo en la cuestión norcoreana, consideran.

Según Brian Bridges, analista polí­tico en la Universidad Lingnam, de Hong Kong, cree que un factor decisivo en la facilitación del acuerdo nuclear fue la polí­tica interna estadounidense, sobre todo las recientes elecciones legislativas, que ganaron los demócratas.

«La popularidad de Bush es baja en su paí­s, y con cada vez más tensión en Oriente Medio, Irak e Irán, buscaba algún éxito diplomático», estimó.

La secretaria norteamericana de Estado, Condoleezza Rice, dio más espacio al negociador estadounidense, Christopher Hill, para que obtuviera un acuerdo en las negociaciones entre seis paí­ses en Pekí­n, añadió.

Bush, que hasta ahora ha incluido a Corea del Norte en la lista de paí­ses del «eje del mal» junto con Irán y el Irak de Saddam Hussein, autorizó a Hill incluso a proponer a Corea del Norte conversaciones con vistas a establecer relaciones diplomáticas, lo que se ha incluido en el acuerdo de este martes.

Ambos paí­ses combatieron durante la Guerra de Corea (1950-53), en la que los norteamericanos apoyaron a Corea del Sur frente al Norte.

Estados Unidos también aceptó este martes «iniciar el proceso» para sacar a Corea del Norte de su lista de paí­ses que apoyan al terrorismo.

Después de un perí­odo de lí­nea más dura, «se ve que se ha suavizado», según Bridges.

Al mismo tiempo, el presidente norcoreano, Kim Jong-Il, ante las sanciones de la ONU y las advertencias de que las conversaciones no podrí­an prolongarse indefinidamente, también amplió su margen de maniobra para obtener así­ ayuda energética ante otro invierno crudo.

Con el acuerdo de este martes después de cuatro años de tratativas entre seis paí­ses –Estados Unidos, las dos Coreas, China, Rusia y Japón– Pyongyang prometió empezar a cerrar sus instalaciones nucleares y permitir que entren en el paí­s los inspectores de la ONU en los dos próximos meses, a cambio de energí­a y otras ayudas.

Hideshi Takesada, responsable del Instituto Nacional de Estudios de Defensa de Tokio, declaró que el acuerdo es una clara victoria de Corea del Norte frente a Estados Unidos.

Subrayó que el pacto no hace referencia al programa norcoreano de uranio altemente enriquecido, con el que se empezaron las actividades nucleares en octubre de 2002, cuando Estados Unidos acusó al paí­s asiático de violar un acuerdo para impedirlo.

«En ese sentido, el acuerdo está muy diluido porque el programa de uranio altamente enriquecido incluye cerca de la mitad del desarrollo nuclear de Corea del Norte», explicó.

Otros expertos manifestaron su preocupación por la posibilidad de que el acuerdo aliente la proliferación de armas.

Irán podrí­a ver el acuerdo como un signo para desarrollar sus ambiciones nucleares lo más posible antes de plegarse a la presión internacional, alegaron.