Restricciones y miedo menguan comercio


FOTO LA HORA: AFP JUAN MABROMATA	

La tensión se lleva hasta en las cumbres diplomáticas. Esta es una fotografí­a reciente de los presidentes de UNASUR reunidos en Argentina y donde aparecen a los extremos los gobernantes de Colombia y Venezuela.» title=»FOTO LA HORA: AFP JUAN MABROMATA	

La tensión se lleva hasta en las cumbres diplomáticas. Esta es una fotografí­a reciente de los presidentes de UNASUR reunidos en Argentina y donde aparecen a los extremos los gobernantes de Colombia y Venezuela.» style=»float: left;» width=»250″ height=»135″ /></p>
<p>«Antes pasaba con los costales al hombro y ahora me revisan hasta una bolsa de mercado», lamenta Jhorman Rodrí­guez, cruzando desde Venezuela hacia Colombia por el puente Simón Bolí­var, donde los controles aduaneros se han reforzado por la nueva crisis bilateral.</p>
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Lo que el presidente Hugo Chávez llamó «congelar» las relaciones con Colombia hace unas semanas se ha traducido en múltiples trabas en este punto fronterizo entre San Antonio y la vecina ciudad colombiana de Cúcuta.

Por ello, compradores y vendedores se alejan dí­a tras dí­a de ambos lados de esta activa frontera de Suramérica.

«Los colombianos se abstienen de venir a hacer sus compras cotidianas» por las largas colas y los controles de la militarizada Guardia Nacional venezolana en la frontera, apunta Isabel Castillo, presidenta de la Cámara de comercio de San Antonio.

Por su parte, los venezolanos, desanimados por la pérdida de su poder adquisitivo y las restricciones de divisas concedidas al atractivo cambio oficial (2,15 bolí­vares por dólar), también prefieren evitar escaramuzas con los guardias, aunque Cúcuta los espere con los brazos abiertos.

«Si no viene a comprar el venezolano, Cúcuta no tiene vida», afirma Pablo Rubio, dueño de una tienda de ropa, cuyas ventas han caí­do un 80% desde el inicio de esta nueva crisis bilateral.

Pérdidas similares ha tenido Luis Lozano, quien maneja una tienda frente a la plaza principal de San Antonio.

«A la gente de Colombia le da miedo de venir para acá, pierde mucho tiempo en las colas», a pesar de que el tipo de cambio les favorece, asegura.

Pero ¿quién habló de rencillas entre habitantes de uno y otro lado de la frontera? «Â¡No, hombre, no! Es sólo el comercio», responde despreocupado Rubio.

Además, por otras ví­as, el ví­nculo comercial entre las localidades fronterizas está lejos de romperse.

Los vendedores ambulantes de Cúcuta ofrecen en las calles alimentos básicos procedentes de Venezuela como leche, aceite, harina o azúcar y traí­dos en contrabando.

También se ganan una buena propina retirando en efectivo de tarjetas de crédito de venezolanos el cupo de dólares al cambio oficial otorgado por el gobierno de Hugo Chávez para los ciudadanos que viajan al exterior.

Esta cantidad de divisas, por la que los venezolanos pagan 2,15 bolí­vares por cada billete verde, está actualmente situada en 2.500 dólares al año. Mientras tanto, en el mercado paralelo, al que recurren muchos venezolanos que necesitan divisas, son necesarios más bolí­vares para comprar un dólar.

Decenas de venezolanos hacen este viaje a Cúcuta para volver con el efectivo y luego intentar hacer negocio, afirman habitantes de esta ciudad colombiana.

«Eso sí­, el contrabando no para (…) Si a Chávez se le ocurriera poner la frontera en Caracas, igual pasarí­a la mercancí­a a Colombia», asegura Rubio.

El mandatario venezolano ordenó el martes por la noche que se vaya preparando la ruptura de las relaciones con Colombia.

Las declaraciones fueron formuladas a tres dí­as de la cumbre extraordinaria de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), en Bariloche, en el sur de Argentina, dedicada a discutir el acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos para que éste use bases militares en el paí­s suramericano.

Este acuerdo fue el origen de que Chávez congelara las relaciones con Bogotá a finales de julio.

«Todo el mundo dice que son bases americanas, pero realmente las manejan generales colombianos. Pero si van a seguir congeladas las relaciones, serí­a mejor retirar las bases», opina el colombiano Rafael González, haciendo mentalmente cuentas sobre su próxima inversión en Venezuela: un almacén en San Antonio.

«Si la crisis se mantiene, la entrada de mercancí­a puede verse afectada pero igual voy a intentarlo», asegura.