Como si no fuera suficiente el baño de sangre que nos impone la violencia criminal que está desatada por el clima de impunidad que existe en el país, en estos días se viven peligros adicionales porque el consumo de licor aumenta y muchos conductores no actúan con responsabilidad y manejan ebrios o bajo el efecto de substancias que les afectan sus sentidos. Ayer el vocero de la Policía Municipal de Tránsito decía que en las últimas horas más de diez accidentes se habían producido como consecuencia de que gente ebria manejaba vehículos automotores, causando daños materiales y personales.
Históricamente en las fechas próximas a la Navidad y el Año Nuevo se producen muchos accidentes viales y la mayoría de ellos tienen como común denominador el estado de ebriedad. Muchos son los hogares que se han visto enlutados en estas fechas tan especiales por la actitud irresponsable de quien, con tragos, se pone frente al timón de algún automotor y causa percances de gran magnitud que cobran vidas inocentes.
En ese sentido nos parece adecuada la expresión de la PMT de que habrá cero tolerancia al alcohol en estas fiestas porque en realidad es importante que asumamos una conducta responsable para con nosotros mismos, con nuestras familias y con el resto de la población. No basta con pretender que el ebrio no maneje, puesto que muchas veces las personas se embrutecen de tal manera con la bebida que pierden toda capacidad de razonar adecuadamente y por ello no puede esperarse de ellos ninguna responsabilidad.
En otros países se considera responsable de cualquier percance a quien en su negocio o aún en una casa particular, permite que alguien ebrio salga a conducir un vehículo. Aquí no tenemos disposiciones de ese tipo, pero sí vale la pena apelar a la responsabilidad de los dueños de bares y restaurantes, así como a los anfitriones de fiestas privadas, para que tomen medidas para impedir que los ebrios conduzcan sus vehículos. Afortunadamente en la ciudad ya funciona una red grande de taxis y nada nos costaría a todos tomarnos la molestia de llamar uno de esos autos de servicio para que puedan conducir a sus hogares a quienes no están en capacidad de manejar.
En cualquier momento y circunstancia un accidente es lamentable, pero mucho más cuando las familias se encuentran próximas a celebrar la fiesta espiritual de la Navidad que no vale la pena enlutar con acciones irresponsables que se pueden prevenir fácilmente con medidas sencillas de responsabilidad ya no del ebrio, sino de quienes conservando su sano juicio no pueden ni deben permitirles que conduzcan.