El sistema político guatemalteco ha permitido, en su deseo de ser amplio y democrático, la proliferación de las organizaciones políticas; ello implica también el germen de la dispersión.
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La existencia de 19 partidos políticos, en las actuales elecciones, confunde a la mayoría de los electores, especialmente al cuarenta y tanto por ciento que algunas de las encuestas publicadas señalan que no han decidido por quién votar, voto que podría convertirse en posibles electores que no concurran al proceso de elección.
Obligar a que los partidos políticos se unan no es democrático; sin embargo, al ver la similitud del origen y de la forma de pensar y de expresarse de la mayoría de los candidatos, no sería imposible que los dueños del dinero estuvieran previendo que en una segunda vuelta «ganarán» los que ellos escojan que «ganen».
La pregunta que los partidos políticos y quienes analizamos la política debemos de plantearnos es cómo hacer que los electores, especialmente los que todavía no han optado por escoger un binomio presidencial, sepan a qué atenerse, vean y ?como Santo Tomás? puedan tocar algo que sea el compromiso político de quienes aspiran a gobernar en los próximos cuatro años, ello sólo puede ser un claro y adecuado programa de gobierno.
No podemos aceptar la excusa o el argumento que el programa de gobierno está contenido en miles o cientos de hojas y por ello no está accesible a la mayoría de los votantes, tampoco podemos aceptar como plan de gobierno un simple trifoliar.
La población votante debe saber si se nos llevará nuevamente hacia un gobierno empresarial, si las alternativas y acciones de gobierno serán de carácter liberal o neoliberal, sin sentido social, sin solidaridad, sin combate a la extrema pobreza o si por el contrario, el bien común, el ataque frontal a la falta de educación, salud y la lucha por la productividad, empezando por buscar la satisfacción alimentaria de toda la población; así como el apoyo al desarrollo económico, de forma justa, es lo que plantean los programas y planes de cada uno de los partidos políticos y sus candidatos.
Los candidatos que encabezan las encuestas son los más obligados a presentar este plan y compromiso de gobierno de forma pública. De qué nos sirve que ?como el general Ydígoras? se hable de mano dura; de qué nos sirve que el candidato oficial ofrezca lo que en cuatro años el actual gobierno nunca cumplió, de qué nos sirve que nos hablen de esperanzas o que lleguen a recoger sus credenciales en camioneta, si los candidatos son igual que el aceite y el vinagre.
No importa cuál es el origen socioeconómico del candidato, lo que importa es su compromiso público con todos los guatemaltecos, la búsqueda del bien común, la erradicación de la extrema pobreza y de la pobreza, la reducción de la mortalidad infantil, el aumento del ingreso per cápita de todos los que dependen de un salario, la actualización de los planes de seguridad social y pensiones para la tercera edad, todo lo cual implica una reforma fiscal donde pague cada quien correctamente conforme a sus ingresos, especialmente conforme a sus utilidades.
Los binomios presidenciales y los partidos deben dejar claras sus posiciones. El guante está en el campo de cada uno de los catorce binomios, deben recogerlo y demostrar que son personas que aceptan el reto. «Al que le venga el guante que se lo plante». El gobierno debe ser del pueblo y para el pueblo, no para la cúpula económica del país.