Responsabilidad polí­tica


El sistema polí­tico guatemalteco ha permitido, en su deseo de ser amplio y democrático, la proliferación de las organizaciones polí­ticas; ello implica también el germen de la dispersión.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

La existencia de 19 partidos polí­ticos, en las actuales elecciones, confunde a la mayorí­a de los electores, especialmente al cuarenta y tanto por ciento que algunas de las encuestas publicadas señalan que no han decidido por quién votar, voto que podrí­a convertirse en posibles electores que no concurran al proceso de elección.

Obligar a que los partidos polí­ticos se unan no es democrático; sin embargo, al ver la similitud del origen y de la forma de pensar y de expresarse de la mayorí­a de los candidatos, no serí­a imposible que los dueños del dinero estuvieran previendo que en una segunda vuelta «ganarán» los que ellos escojan que «ganen».

La pregunta que los partidos polí­ticos y quienes analizamos la polí­tica debemos de plantearnos es cómo hacer que los electores, especialmente los que todaví­a no han optado por escoger un binomio presidencial, sepan a qué atenerse, vean y ?como Santo Tomás? puedan tocar algo que sea el compromiso polí­tico de quienes aspiran a gobernar en los próximos cuatro años, ello sólo puede ser un claro y adecuado programa de gobierno.

No podemos aceptar la excusa o el argumento que el programa de gobierno está contenido en miles o cientos de hojas y por ello no está accesible a la mayorí­a de los votantes, tampoco podemos aceptar como plan de gobierno un simple trifoliar.

La población votante debe saber si se nos llevará nuevamente hacia un gobierno empresarial, si las alternativas y acciones de gobierno serán de carácter liberal o neoliberal, sin sentido social, sin solidaridad, sin combate a la extrema pobreza o si por el contrario, el bien común, el ataque frontal a la falta de educación, salud y la lucha por la productividad, empezando por buscar la satisfacción alimentaria de toda la población; así­ como el apoyo al desarrollo económico, de forma justa, es lo que plantean los programas y planes de cada uno de los partidos polí­ticos y sus candidatos.

Los candidatos que encabezan las encuestas son los más obligados a presentar este plan y compromiso de gobierno de forma pública. De qué nos sirve que ?como el general Ydí­goras? se hable de mano dura; de qué nos sirve que el candidato oficial ofrezca lo que en cuatro años el actual gobierno nunca cumplió, de qué nos sirve que nos hablen de esperanzas o que lleguen a recoger sus credenciales en camioneta, si los candidatos son igual que el aceite y el vinagre.

No importa cuál es el origen socioeconómico del candidato, lo que importa es su compromiso público con todos los guatemaltecos, la búsqueda del bien común, la erradicación de la extrema pobreza y de la pobreza, la reducción de la mortalidad infantil, el aumento del ingreso per cápita de todos los que dependen de un salario, la actualización de los planes de seguridad social y pensiones para la tercera edad, todo lo cual implica una reforma fiscal donde pague cada quien correctamente conforme a sus ingresos, especialmente conforme a sus utilidades.

Los binomios presidenciales y los partidos deben dejar claras sus posiciones. El guante está en el campo de cada uno de los catorce binomios, deben recogerlo y demostrar que son personas que aceptan el reto. «Al que le venga el guante que se lo plante». El gobierno debe ser del pueblo y para el pueblo, no para la cúpula económica del paí­s.