Pues fíjese don José Antonio que sigo creyendo que valdría la pena cambiarlo y parte de su respuesta y comentarios sobre la misma, confirman que en 1896, no en 1821, el entonces Presidente, convocó para tener uno. Guatemala como país, no nació con un himno y aun más, el original fue modificado, sino me equivoco por el papá de los Bonilla y había o hay, una versión reducida. Por ejemplo: la Constitución se ha modificado varias veces, ¿por qué no hacerlo con el Himno?
¿Ha notado que en todas las ocasiones que se entona el Himno muchas personas dudan acerca de la letra y que la mayoría lo cantamos «bajito» para que no se note si metemos la pata? ¿Y que mientras en otros países aplauden y hacen algarabía cuando cantan sus himnos, aquí algunos muy graves dispusieron que nos tenemos que quedar calladitos? No nos sale del alma, tal vez porque es muy largo, o porque como afirmo, no habla de tanta cosa linda que hay en nuestro país, es complicado y aburrido como las antiguas misas. Que diferencia con «Soy de Zacapa» y «Luna de Xelajú» que sí nos las sabemos y las cantamos con entusiasmo y cariño, más aun cuando tenemos que hacerlo fuera de Guate, cuando nos preguntan de dónde somos y cuáles canciones nos identifican.
No soy joven de edad, pero no tengo temor al cambio, a la innovación, a revisar si lo que tenemos funciona o podría ser mejorado. Por eso incluso he propuesto que ya cambiemos, como lo hizo Irán, Siam y otros países, ese nombre tan feo de Guatemala, Si mis papás me hubieran puesto un nombrecito como Nepomuseno, con mucho cariño para ellos, lo cambiaría. De repente sería oportunidad para buscar como rebautizarnos, decidiéramos qué país queremos y como debemos ser para lograrlo.