Respondiendo a don José Antonio Garcí­a Urrea sobre cambiar el Himno.


Pues fí­jese don José Antonio que sigo creyendo que valdrí­a la pena cambiarlo y parte de su respuesta y comentarios sobre la misma, confirman que en 1896, no en 1821, el entonces Presidente, convocó para tener uno. Guatemala como paí­s, no nació con un himno y aun más, el original fue modificado, sino me equivoco por el papá de los Bonilla y habí­a o hay,  una versión reducida. Por ejemplo: la Constitución  se ha modificado varias veces, ¿por qué no hacerlo con el Himno?

Carlos Eggenberger U., A-1 248787

¿Ha notado que en todas las ocasiones que se entona el Himno muchas personas dudan acerca de la letra y que la mayorí­a lo cantamos «bajito» para que no se note si metemos la pata? ¿Y que mientras en otros paí­ses aplauden y hacen algarabí­a cuando cantan sus himnos, aquí­ algunos muy graves dispusieron que nos tenemos que quedar calladitos? No nos sale del alma, tal vez porque es muy largo, o porque como afirmo, no habla de tanta cosa linda que hay en nuestro paí­s, es complicado y aburrido como las antiguas misas. Que diferencia con «Soy de Zacapa» y «Luna de Xelajú» que sí­ nos las sabemos y las cantamos con entusiasmo y cariño, más aun cuando tenemos  que hacerlo fuera de Guate, cuando nos preguntan de dónde somos y cuáles canciones nos identifican.

No soy joven de edad, pero no tengo temor al cambio, a la innovación, a revisar si lo que tenemos funciona o podrí­a ser mejorado. Por eso incluso he propuesto que ya cambiemos, como lo hizo Irán, Siam y otros paí­ses, ese nombre tan feo de Guatemala, Si mis papás me hubieran puesto un nombrecito como Nepomuseno, con mucho cariño para ellos, lo cambiarí­a. De repente serí­a oportunidad para buscar como rebautizarnos, decidiéramos qué paí­s queremos y como debemos ser para lograrlo.