El periódico mexicano El Porvenir señaló la semana pasada la presentación del Ballet Nacional de Guatemala en la Plaza de los 400 años de Monterrey. Sin embargo, la reseña no fue tan favorable para la institución cultural de nuestro país.
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«Poco espectacular y conmovedora, aunque representativa de los mitos y tradiciones populares», destacó el reportero Héctor Camero Treviño, en la edición del pasado jueves 6 de diciembre.
La presentación despertó poco interés entre el público mexicano, ya que refieren que hubo aproximadamente 250 asistentes, en un teatro que tiene cabida para casi 750 espectadores.
La reseña cultural indica que «la agrupación centroamericana mostró lo más significativo de sus atuendos, tradición musical y bailes, dejando la impresión de que se trataba de una ceremonia poco más que protocolaria».
Camero Treviño critió la poca exigencia, técnica y variedad; destacó que las melodías eran repetitivas, las cuales no contaban, además con buen sonido.
«En la primera sección del repertorio se podía notar el sincretismo entre las danzas folklóricas guatemaltecas y mexicanas, ya que el Son de Los Tonastos, originario del departamento de San Marcos, y en el que las mujeres portaban una cesta enorme sobre sus cabezas, y el Baile de los Viejitos Otunoes, del departamento de Juchitepeques, guardaban similitud con los bailes tradicionales de Veracruz y Michoacán respectivamente», refirió el artículo de El Porvenir.
Lo más interesante para la audiencia fueron la Danza de los Atitlecos, propia de los residentes aledaños al Lago Atitlán, quienes jugaban con los chales de las mujeres enredando a un toro y a un individuo bravo con los mismos, de manera que una equivocación en los enredos podría significar el tropiezo de algún bailarín. En la segunda sección de esta presentación los espectadores, sobretodo niños y niñas encontraron elementos más vistosos a sus sentidos, destacó como elementos positivos el cronista cultural.
«Las Danzas de la Guacamaya y la Danza de los Venados llamaron la atención de todos por la vistosidad de los trajes portados, que en el caso del primero, asimilaban las investiduras, por parte del líder idolatrado, a un matlachín, mientras que los trajes de otros animales mostraban fuertes coloridos en papel maché y telas diversas», refirió Camero Treviño.
La crítica es válida para mejorar; la intención percibible en el artículo no es la de señalar desaciertos sólo para desacreditar, sino elementos del espectáculo que pueden mejorar.
Una síntesis crítica que refirió el periodista regiomontano, se resume en esto: «Tratándose de un ballet nacional resulta difícil creer que un tambor, marimba y flauta, para seis músicos, sea todo el trasfondo suficiente para sostener el folklor y la tradición guatemalteca. Para los más grandes, si bien colaboraron en la labor de iluminar el cielo de aplausos, comprenden que en la representación de lo ancestral y tradicional de nuestro país vecino había un hueco enorme aún por ser llenado».