Lentitud y una mala orientación caracterizan al Programa Nacional de Resarcimiento (PNR) el cual se encuentra a cargo de retribuir de forma material a los familiares y víctimas del conflicto armando interno según el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM).
etelon@lahora.com.gt
El PNR «ha impulsado la indemnización económica sin tener una metodología adecuada que aminore el impacto psicológico de los sobrevivientes y de los beneficiarios» según estudio publicado por el GAM lo cual ha ocasionado que se abra más la brecha en la reconstrucción del tejido social; lo cual la vuelve un proceso de reparación indeficiente.
Esta problemática se agudiza ya que muchos de las situaciones que encadenaron el estallido social que culminó con la Firma de la Paz en 1996 siguen prevaleciendo en zonas muy pobres, marcándose más en los departamentos habitados por mayorías indígenas quienes representan principalmente el 15 por ciento de la población que existe bajo la línea de pobreza extrema.
El GAM lleva acabo un acompañamiento del programa de dignificación de las víctimas así como el aspecto jurídico-social en investigaciones forenses, las cuales buscan contribuir esa dignificación en los aspectos jurídico-social y religiosos «que represente una reparación moral hacia los familiares supervivientes».
A raíz del cual han evidenciado según el estudio que la región del occidente y noroccidente del país siguen enfrentando casos de cementerios clandestinos y todo la problemática social que esto conlleva, y que exige dignificar a las víctimas inhumadas clandestinamente. Y la reparación de los familiares sobrevivientes que exige a su vez la retención de la memoria histórica.