¡ínimo!…, cuando el objetivo que nos hayamos propuesto alcanzar se escape de nuestras manos y se esfume de nuestra vista.

¡ínimo!…, cuando nuestras sonrisas hayan desaparecido del rostro y, en su lugar, quede un gesto que refleje tristeza, amargura y decepción.

¡ínimo!…, cuando la carga de las tribulaciones se convierta en excesivamente pesada y estemos a punto de desmayar.

¡ínimo!…, cuando de unos momentos más de esfuerzo dependa la victoria, pero nos sea difí­cil seguir luchando.

¡ínimo!…, cuando los dí­as sean tan grises que queramos suspender la marcha y hasta desandar el camino…

¡Sólo aquel que persigue la victoria minuto a minuto merece conquistarla!