Tras seis horas de choques con gases, bombas incendiarias y chorros de agua, la Policía Federal mexicana (PFP) fue obligada por miles de manifestantes y vecinos de Oaxaca (sur) a replegarse del punto donde horas antes habían desmontado una estratégica barricada opositora, constató la AFP.
El repliegue de la policía se produjo ante la llegada de grandes grupos de colonos a la zona de la ciudad Universitaria (450 km al sur), donde horas antes los uniformados habían podido controlar la última gran barricada de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO, izquierda), en el marco de una extendida protesta en reclamo de la renuncia del gobernador Ulises Ruiz.
Tras la retirada policial, la APPO llamó a sus militantes a reinstalar las barricadas en toda la ciudad.
En la zona de Cinco Señores, cercana a la universidad, los opositores instalaron barricadas.
«Se van a instalar nuevamente las barricadas en toda la ciudad hasta que la Policía Federal Preventiva (unos 4.500 efectivos) se vaya», dijo a la AFP Gustavo Adolfo López, encargado de orden y vigilancia de la APPO, que aglutina a los manifestantes.
Poco antes, el vocero de la APPO, Florentino López, hizo un llamado a los habitantes y militantes de la organización para que «permitan el repliegue de la PFP hacia la zona del aeropuerto» de Oaxaca.
«Necesitamos ser inteligentes y permitirles su huida hacia el aeropuerto, porque si no lo hacemos en otro momento estaría interviniendo el ejército», dijo López a la AFP.
Según López, la retirada de los federales fue ordenada por la secretaría de Gobernación (ministerio del Interior).
«Ha sido una medida unilateral la que tomó gobernación, pero el pueblo logró replegar a los policías», afirmó el portavoz.
Como resultado de los violentos enfrentamientos de este jueves, al menos 64 personas resultaron con heridas leves, la mayoría con contusiones o intoxicados por efecto de los gases lacrimógenos lanzados por la policía, recabó la AFP en dos de los centros médicos principales, donde derivaron a los lesionados.
El vocero del gobierno de Oaxaca, Miguel Angel Concha, dijo a la prensa que en el operativo de la PFP fueron detenidos 30 manifestantes.
Por lo que respecta a los heridos, Concha señaló que 10 policías federales presentan lesiones por golpes y lanzamiento de proyectiles, además de quemaduras con bombas incendiarias. Rechazó que del lado de la APPO se hubieran presentado heridos.
De su lado, Florentino López, vocero de la APPO, denunció que el número de detenidos se eleva a 55, mismos que estarían en un campo militar y sometidos a presuntos actos de tortura. También señaló que de los heridos en el bando de los manifestantes, cinco de ellos presentan heridas de bala, si bien no presentó pruebas de ello.
En tanto, el secretario de Gobernación, Carlos Abascal, admitió este jueves, durante una visita a Guadalajara, que la situación en Oaxaca tardará meses y hasta años en resolverse.
«Oaxaca va a requerir meses para recuperar los niveles de actividad económica que traía antes de este conflicto, pero por otro lado va a requerir algunos años para corregir todas las deficiencias estructurales que arrastra por la mala atención a los requerimientos de la sociedad, por las diferentes limitaciones que presentan las leyes y las instituciones oaxaqueñas», dijo.
Poco antes de las 08h00 locales (14h00 GMT) del jueves, cientos de federales habían logrado desmontar sin mayor resistencia la última de las cuatro grandes barricadas de la APPO en un cruce vehicular cercano a la Universidad Benito Juárez de Oaxaca, donde los opositores tienen uno de sus centros de operación.
Pero dos horas después, unos 200 jóvenes, al parecer estudiantes, llegaron hasta el lugar para lanzar bombas incendiarias, piedras y todo tipo de proyectiles a la PFP, que respondía con gases lacrimógenos, desencadenando una batalla campal.
La PFP nunca logró tener el control total de la situación y si bien con chorros de agua lanzados desde tanquetas antimotines y gases arrojados desde tres helicópteros logró replegar por momentos a los manifestantes, finalmente se vio superada en número y retrocedió.
A los manifestantes se sumaron luego miles de furiosos pobladores de Oaxaca, que también arrojaban proyectiles a los uniformados y auxiliaban con trapos bañados en vinagre para combatir los efectos de los gases lacrimógenos.
Un saldo de 11 muertos en total ha dejado la protesta desde que comenzó en mayo pasado con una huelga docente en demanda de mejoras salariales y se amplió luego al pedido de renuncia del gobernador Ruiz.