Hay un sinfín de organizaciones nacionales e internacionales que presentan estudios u opiniones simplemente, acerca del sistema de educación de Guatemala y lo que son los resultados anuales obtenidos, de acuerdo a una serie de factores que son usados para la toma de decisiones hechas por las autoridades del Mineduc para “cambiar” la forma de ofrecer servicio educativo público para lograr la “calidad” deseada.
Recientemente se publicó otro estudio educativo a nivel de los países centroamericanos acerca del estado de la educación en cada uno de ellos.
Son estudios tras estudios, todos los años, los que demuestran que Guatemala está en una situación precaria en relación a lo que a educación concierne. Sin embargo, una especialista en educación, de UNICEF, dice que el sistema educativo de Guatemala tiene los mejores indicadores entre los países estudiados y con eso las autoridades educativas pueden tomar mejores decisiones.
¡Qué consuelo! Estamos muy mal, pero mejor que los otros; perdónenme pero no me satisface ese concepto. Tengo más y más altas expectativas de las personas (alumnos, maestros, autoridades) en el sistema educativo guatemalteco.
Los parámetros que el estudio tomó en cuenta, son la retención y deserción de los alumnos en diferentes grados. Vamos señores, ya sabemos desde hace años que hay un gran número de niños inscritos en primer grado primaria que nunca lo pasa o no puede terminar ese nivel, mucho menos pensar en seguir a ciclo básico y diversificado donde el Estado no tiene mayor injerencia en la educación a ese nivel. Si cada estudio quiere averiguar, medir, si ha habido un cambio para arriba o para debajo de uno, dos o cinco por ciento, pues, a mi criterio es malgastar el dinero. Mejor sería invertirlo en una verdadera transformación del sistema educativo y en la formación de mejores docentes.
No hay una de las cinco dimensiones tomadas en cuenta en el estudio de UNICEF, que sea novedosa.
Sabemos que el sistema educativo guatemalteco no enfatiza la educación preescolar. Entonces cómo queremos que los niños entren a primer grado preparados para atender el currículo requerido (CNB) para que ellos tengan éxito en primer grado. En gobiernos anteriores han tratado de corregir el fracaso con un programa “Rescatemos primer grado”. Pero no se rescata nada, a menos que sea antes y no durante o casi terminando el año escolar cuando se dan cuenta que los niños van mal.
Después de tantos años de probar y de tantos estudios y de no haber logrado niveles de resultados aceptables, ¿no creen que hay que repensar en qué se están gastando millones y millones de quetzales en un sistema educativo moribundo? No hay “calidad” y mucho menos “excelencia” en el proceso educativo.
No busquemos culpables, no son los maestros, no es la pobreza, no es la desnutrición, no es la desintegración familiar, es un conjunto de esos y más que el sistema presente no puede atender; es un sistema educativo obsoleto para el siglo XXI.
Entonces, ¿cuál debería ser la visión del sistema educativo que queremos ofrecer a la niñez y a la juventud guatemalteca para los próximos veinticinco años? Esa pregunta es la base de una transformación del sistema. Es hora de realmente invertir el tiempo necesario para responder esta pregunta. Sin una respuesta clara no vale la pena estar rellenando baches en el camino, midiendo siempre lo mismo para tener siempre los mismos resultados.
Queremos que todos los niños que entran a primer grado lleguen preparados porque pasaron los años de su primera infancia, cero a cinco años de edad, aprendiendo a aprender en un excelente sistema preescolar. Queremos que todos los niños inscritos en primer grado, salgan de sexto grado con la cabeza llena de buenos propósitos para iniciar y terminar la secundaria. ¿Es este un sueño irrealizable, estamos dispuestos a lograrlo?