Karl Rove, estrecho asesor político del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y artífice de las campañas electorales del mandatario en 2000 y 2004, renunciará a fines de este mes, según declaró en una entrevista divulgada este lunes.
«Creo que ha llegado el momento» de partir, declaró Rove al Wall Street Journal, que precisó que el funcionario dejará su puesto el próximo 31 de agosto. «Siempre hay algo por lo que uno podría quedarse, pero por mucho que quisiera seguir aquí, tengo que hacerlo por el bien de mi familia», añadió.
La Casa Blanca confirmó la partida de uno de los colaboradores más cercanos de Bush y la calificó de «gran pérdida» para el gobierno estadounidense.
«Obviamente, es una gran pérdida para nosotros», dijo el portavoz de la Casa Blanca Robert Saliterman en un comunicado. «El es un gran colega, un gran amigo y tiene una mente brillante», añadió.
La renuncia de Rove ocurre en momentos en que la Casa Blanca se ve asediada por legisladores republicanos, quienes vaticinan una estrepitosa derrota de su partido en los comicios de 2008, a no ser que el gobierno tome medidas para cambiar el descontento de los estadounidenses, en particular con la gestión de Bush en Irak.
Un 63% de estadounidenses manifestó en un reciente sondeo su descontento con Bush, el índice más bajo de aprobación registrado en Estados Unidos desde la presidencia de Jimmy Carter.
Considerado en el círculo republicano como un astuto político, Rove acompaña la carrera política de Bush desde que éste fungía como gobernador de Texas.
Pero desde 2003, su labor fue objeto de varias críticas, sobre todo luego de que el ex diplomático Joseph Wilson le acusara de haber sido el responsable de filtrar a la prensa que su esposa, Valerie Plame, era funcionaria de la CIA.
Wilson dijo que la identidad de su esposa fue revelada en represalia a la evaluación que hizo, luego de un viaje a Níger, de que el ex presidente iraquí Saddam Hussein no había intentado comprar uranio en esa nación de Africa Central, como aseguraba el presidente George W. Bush.
Bush había usado esta acusación para justificar la invasión a Irak en marzo de 2003.
En su artículo, Wilson acusó a Bush de haber manipulado la información de inteligencia «para exagerar la amenaza iraquí».
Plame era una espía de la CIA, la Agencia Central de Inteligencia, y divulgar tal condición es un delito en Estados Unidos.
Wilson y Plame entablaron una demanda en 2006 contra altos funcionarios de la Casa Blanca, entre ellos Rove y el vicepresidente Dick Cheney, por daños a sus derechos constitucionales y la vida privada.
Pero el juez John Bates desechó el caso contra el asesor político de la Casa Blanca, así como contra Cheney y su ex jefe de gabinete Lewis «Scooter» Libby, quien fue hallado culpable de obstrucción a la justicia, pero Bush conmutó su sentencia de dos años y medio de prisión.
Pese a que nunca estuvo involucrado en decisiones de política exterior, varios periódicos señalaron que Rove podría haber tenido un papel clave en convencer al Congreso para que apoyara la invasión de Estados Unidos a Irak en 2003.
Entre otras cosas, Rove dirigió las reuniones del Grupo para Irak de la Casa Blanca, un panel especial creado ocho meses antes de la invasión con el fin de instruir a la opinión pública estadounidense sobre la «amenaza» que representaba Saddam Hussein.
Rove también estuvo en el banquillo por la remoción a fines de 2006 de ocho fiscales, algunos encargados de investigaciones muy delicadas para la Casa Blanca, una medida legal pero contraria a la tradición estadounidense.
El nombre del colaborador de Bush saltó a los titulares de la prensa en 2005, al afirmar que tras los ataques terroristas de setiembre de 2001, los liberales estadounidenses querían brindar «terapia y comprensión a los terroristas» en lugar de una acción militar.
El peor golpe a su gestión, igual que a la de Bush, tuvo lugar en las elecciones legislativas de 2006, en las que el Partido Republicano perdió la mayoría en ambas cámaras.
Pese a ello, Rove insistió en que las posibilidades de que el Partido Republicano gane las próximas elecciones son muy elevadas. Sobre todo, porque los demócratas probablemente designarán a una candidata «tenaz y defectuosa» llamada Hillary Rodham Clinton.