Renovar votos


El acto de renovación de votos constituye una demostración madura de compromiso, y justamente eso es lo que a los guatemaltecos nos hace falta ahora que estamos celebrando otro aniversario de la Firma de la Paz. Creemos que en este catorce aniversario se tiene que empezar un serio trabajo de concientización para que al cumplirse los tres lustros de aquella significativa ceremonia, la sociedad pueda al fin hacer suyos los acuerdos mediante una renovación de votos para comprometernos a su cumplimiento.


Todo lo demás, los festejos y la algarabí­a alrededor de la fecha del 29 de diciembre son realmente gestos vací­os que no tienen el menor sentido porque estamos hablando de una paz que no se llega a materializar porque ni el gobierno de la época ni la guerrilla se preocuparon por trasladarlos al pueblo para que se hiciera cargo de proceder al cumplimiento de cada uno de los puntos sustantivos en que se basó la Firma de la Paz.

Todo este año que terminará el próximo 29 de diciembre, debiera ser aprovechado para socializar los acuerdos, dándolos a conocer y promoviendo foros en los que se puedan discutir y reflexionar, para que se pueda concretar una efectiva renovación de votos para iniciar, al fin, la construcción de una paz firme y duradera.

Hoy habrá música y fuegos artificiales para recordar el momento en que los miembros de gobierno de ílvaro Arzú y los comandantes del movimiento guerrillero estamparon su firma en el acuerdo final, en el que puso fin al conflicto armado interno. Pero todos los acuerdos previos, que son el sustento del suscrito en 29 de diciembre, fueron quedando en el olvido y si bien existe una institucionalidad que tení­a el propósito de convertirse en el instrumento de la ejecución de los acuerdos, la verdad es que no ha funcionado porque se contagió con el descalabro que afecta a todas las instituciones y, sobre todo, porque la población nunca asumió como suyos los acuerdos ni se comprometió de manera firme y decidida a ejecutarlos uno a uno para terminar con las causas de la guerra interna. Y no fue una deficiencia de la gente, sino de las llamadas partes que terminaron secuestrando los acuerdos, unos porque no creí­an en ellos y otros porque ya habí­an logrado su inserción en la vida polí­tica del paí­s y es ser «guardianes» de lo pactado les otorgaba algún poder y capacidad para negociar.

Renovar nuestro compromiso con la paz, sobre la base de un conocimiento profundo y detenido de los acuerdos y de su contenido, debe ser ahora el propósito para que al cumplir 15 años la Firma de la Paz, los guatemaltecos la asumamos como tarea fundamental y piedra angular del proyecto de nación que aún no tenemos.