Religión y Constitución


La anunciada visita de un predicador como tantos que pululan en la actualidad, pero que rebasa la audacia de sus colegas porque lejos de creerse profeta se ha proclamado como el mismo Jesucristo y luego como el Anticristo, despierta polémica en Guatemala. La Gobernación departamental, al recibir una notificación que la secta que sigue a ese individuo que dirige una iglesia en el sur de Florida, Estados Unidos, ha señalado con base en la Constitución que no se puede permitir la marcha anunciada y de paso puso la pica en Flandes respecto al tema de la libertad religiosa.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Y es que nuestra Constitución garantiza, en efecto, la más amplia libertad de cultos y cada quien es libre de seguir a quien quiera y de profesar la fe que se le antoje, incluyendo en ello por supuesto hasta la adoración de Satán o la Bestia que aparentemente es el caso de esta secta que tiene prevista movilización para el mes de abril y anuncia la visita de su lí­der. Pero el artí­culo constitucional tiene coletilla y en la misma se dice que la única limitación para la práctica de alguna creencia, tanto en público como en privado, es el respeto debido a la dignidad de la jerarquí­a y a los fieles de otros credos.

En otras palabras, la Constitución polí­tica establece parámetros dentro de los cuales se puede considerar la libertad de cultos y se exige que en el ejercicio de tal derecho, se tenga por ley que mantener una actitud de respeto a otros credos. En otras palabras, los seguidores del dirigente de la iglesia «Creciendo en Gracia» no pueden tener expresiones de irrespeto hacia los fieles de otras religiones, como ya ha ocurrido.

La religión ha sido históricamente tema para la charlatanerí­a y en esta ocasión podrí­amos decir que estamos frente a un caso en el que se ha rebasado todo lí­mite anterior, aunque en el fondo no existen grandes diferencias en cuanto a los medios y los logros de quienes fundaron la secta. Tal y como ha ocurrido con tantas iglesias, muchas de las cuales se han asentado y han crecido en nuestro paí­s, se trata de individuos con facilidad de palabra, que embaucan mediante la manipulación de la palabra de Dios y que se autonombran como iluminados, en el mejor de los casos, hasta llegar a considerarse profetas o emisarios directos del mismo Dios. En el caso del ciudadano puertorriqueño que dice haber sido llevado por los ángeles a la presencia del mismo Dios quien le reveló su verdadera identidad, obviamente está un paso más adelante que sus colegas y ello le ha rendido frutos porque ha logrado amasar fortuna gracias a la difusión de creencias que descalifican a cualquier otra iglesia, no digamos a las otras sectas que tienen origen parecido aunque sin la audacia de un dirigente que no se conforma con ser predicador, pastor o profeta, sino que se proclama a sí­ mismo como el mismo Jesucristo, primero, y luego como el verdadero Anticristo.

Obviamente su presencia en Guatemala tendrí­a que sujetarse a la norma constitucional y tendrí­an que existir garantí­as de respeto a los fieles de otras creencias, pero luego de haber visto al jefe de esta secta atacando al Presidente de El Salvador, paí­s que no le ha permitido visa para entrar, y sus afirmaciones de que se viene un masivo terremoto contra ese paí­s por la afrenta que le han causado, tiene uno que pensar que cada quien tiene derecho a profesar la fe que quiera, pero que en este caso estamos frente a una situación capaz de provocar confrontaciones de enorme calibre porque la prédica es violenta y agresiva y en respeto al ordenamiento constitucional, es obvio que existe una limitación que debe acatarse.