La «historia» siempre ha sido entendida como una serie de sucesos que acontecieron en un país o una región. Se ha dicho que la «historia» es bastante estática, pues, aunque pase el tiempo, ésta no cambiará.
Sin embargo, en las últimas décadas se han encontrado algunas fallas en lo que llamamos «historia». Básicamente, estas deficiencias se explican a través de entender que detrás de quien la escribe, están los grupos de poder, los grupos hegemónicos.
Por tal razón, en el contexto de los gobiernos militares de Guatemala, los gobiernos de la Revolución, especialmente el de Arbenz Guzmán, eran vistos como comunista y hasta lesivo al país; basta con revisar los libros de Estudios Sociales de la época. Esto, porque quien escribía la «historia» quería inculcar valores anticomunistas, y sesgaba la historia hacia ello.
De igual forma, los grupos hegemónicos han querido invisibilizar a los grupos marginales, evitando mencionarlos en la historia, o, al menos, exponiéndolos como variables sin mayor peso social, político o económico.
De esa forma, en Guatemala se han excluido a los indígenas; en España, a los gitanos; en Sudáfrica, a los de ascendencia africana, y en Estados Unidos, a los inmigrantes.
Poco a poco, se está adquiriendo la necesidad de reinterpretar la historia, expondiendo, ahora sí, todas las variables posibles, es decir, incluyendo a todos los grupos sociales.
Es por ello que se hace imprescindible volver a reconocer la historia. Por ejemplo, en el presente Suplemento Cultural se expone de nuevo las teorías de la decadencia de la civilización maya. A través de los hallazgos recientes, se han formulado nuevas hipótesis, por lo que es imprecindible conocerlas, pues, por medio de un mejor conocimiento del pasado, las sociedades actuales se explican el porqué de muchas fenómenos.