Reincidencia absoluta


Editorial_LH

Ayer en horas de la mañana se repitió una escena que es de todos los días en el mismo sector de la zona 9, cuando tripulantes de una motocicleta quisieron robar el celular a un automovilista, quien al notar la maniobra, accionó su arma de fuego e hirió a los asaltantes. No se puede hablar, en honor a la verdad, de presuntos asaltantes porque las evidencias son abrumadoras y uno de ellos había sido herido a tiros tres veces antes del hecho de ayer, lo que lo convierte en un sobreviviente de cuatro asaltos en los que las víctimas decidieron defenderse.


El tema es que no se trata de un hecho aislado que pueda considerarse como sorpresivo porque en ese sector, a esa misma hora, todos los días se producen varios asaltos en los que automovilistas son víctimas del robo de sus celulares. Se trata de crímenes de la más absoluta reincidencia y perpetrados en la también absoluta impunidad, porque nuestras autoridades no se preocupan siquiera por forzar a los asaltantes a cambiar de rutina.

No hace falta ingenio ni sagacidad para continuar con sus robos, porque el sector está a su disposición y las autoridades, que blasonan de las mejoras en los sistemas de investigación y en la existencia de servicios de inteligencia, nunca aparecen cuando se les necesita. El saber que el mismo asaltante ha sido baleado cuatro veces y la certeza de que al recuperarse volverá a las andadas es una muestra patética de hasta dónde hemos llegado como sociedad. Las autoridades no hacen nada y los ciudadanos que se tratan de defender generalmente terminan heridos o muertos mientras que los ladrones reciben atención hospitalaria para volver tranquilamente a su “oficio” cotidiano de andar asaltando a los automovilistas.

Cierto es que los intereses económicos han impedido la aprobación de una ley que castigue severamente no sólo el robo de celulares, sino su activación ilegal; también hay que reconocer que los ciudadanos fomentamos el crimen cuando compramos teléfonos robados para reponer el que nos robaron a nosotros. Pero no se puede restar responsabilidad a una Policía Nacional Civil que sabe lo que ocurre todos los días en los mismos sectores de la ciudad y no mueve un dedo para contener la ola delincuencial.

Es obligación ineludible del Estado garantizar la paz y la seguridad a los habitantes de la República y en ese sentido no hay cumplimiento del deber. No se puede entender cómo es que se reincide con tanta facilidad en crímenes cotidianos sin que alguien haga algo y cómo es que un criminal ha sido baleado cuatro veces y sigue robando como si tal cosa en vez de estar en la cárcel.

Minutero:
La Policía Nacional
no enfrenta al criminal;
¿en vez de la lucha aguerrida
solo cuenta la mordida?