«Hay que regular el sistema financiero mundial, no puede servir para generar créditos más importantes que el patrimonio», dijo Lula en una entrevista conjunta con el canal francés TV5 y Radio Francia Internacional, reclamando además que se utilice el G20, compuesto por las potencias industrializadas y emergentes, «para tomar las decisiones que los presidentes no han tomado hasta ahora».
«La crisis económica mostró que el Estado tiene que volver a tener un rol importante, no ese Estado que administra todo, sino uno que vigila el sistema financiero como vigila el mundo del trabajo», señaló el mandatario brasileño.
Lula criticó el funcionamiento del sector financiero subrayando que no podía seguir «acaparando miles de millones de dólares y de euros en el mundo sin crear un solo empleo».
«El sistema financiero debe existir para alentar el sistema productivo y no para vivir de la especulación sin fabricar un solo zapato», sostuvo.
«Tenemos que aprovechar la crisis para cambiar la lógica de la economía mundial», indicó reclamando que se vaya aún más lejos cuando se le preguntó si las medidas tomadas hasta ahora para paliar la crisis económica mundial, antes de la cumbre del G20 de fin de septiembre que se celebrará en la ciudad estadounidenses de Pittsburgh, eran suficientes.
Lula añadió que era necesaria una «democratización del Fondo Monetario Internacional», así como que el Banco Mundial «tenga nuevamente dinero para prestar a los países pobres y controlar la utilización de los recursos del sistema financiero para que no se reproduzca la historia de los «subprimes» (préstamos hipotecarios de riesgo)».
«No se puede tener dos sistemas financieros, uno legal, de los que pagan sus impuestos, y otro ilegal en donde los ladrones del mundo entero depositan su dinero», dijo el presidente brasileño señalando sin embargo que los paraísos fiscales son un tema muy delicado porque cuando se habla de ellos «se habla de las Islas Caimán pero también de Suiza y de Uruguay».
Son «un problema político serio por resolver», dijo.
Lula, abogó además por que el G20 se convirtiera en un «foro de referencia» para que las «principales 20 economías del mundo puedan decidir sobre ciertas cosas» y calificó al G8, que incluye a los ocho países más industrializados (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia), como un «club de amigos» que ya no tiene ninguna razón de ser.
«El G8 no tiene ninguna razón más de ser. Discutir sobre la economía del mundo sin tener en cuenta a China, Brasil, India, México o Sudáfrica, es pensar que el mundo de hoy es el mismo que en 1950», dijo Lula.
«Es un club de amigos que se reúnen desde hace 35 años», añadió destacando que en la actualidad era imposible tomar una decisión «sin tener en cuenta a los BRIC», grupo compuesto por las principales potencias emergentes (Brasil, Rusia, India y China).
«Hay que, democráticamente, ser justo y dar un espacio para que los países puedan hablar», sostuvo añadiendo que en el G20 esto debería ser posible.
Lula también volvió sobre la eventual reforma del Consejo de Seguridad de la ONU señalando que era «muy poco representativo» y criticó a esta institución creada en el siglo XX y «que no corresponde a la realidad política del siglo XXI».