Regular el uso de motos


Editorial_LH

El ministerio de Gobernación quiere emitir una nueva normativa sobre la circulación de motos en el curso de este mes, a fin de regular el uso de distintivos y limitar a que puedan ser dos los pasajeros que usen ese tipo de vehículos que se han popularizado entre los sicarios y asaltantes que aprovechan su extrema movilidad para cometer sus fechorías y escapar de la escena del crimen.


Una de las principales regulaciones es normar que las motos, como cualquier vehículo, tienen que conservar su carril y respetarlo en semáforos y señales de Alto, puesto que actualmente serpentean entre los automóviles, lo cual no sólo es un atentado contra la seguridad vial y pone en peligro la vida de los mismos motoristas, sino que además constituye el factor que sirve precisamente a los que dan uso criminal a ese medio de transporte.

En los países desarrollados los motoristas no pueden meterse entre los carros como lo hacen en Guatemala, sino que conservan su espacio en el carril respectivo y tienen que circular de acuerdo al flujo normal del tránsito. Aquí, en cambio, los vemos pasar en el estrecho espacio entre un automóvil y otro, muchas veces golpeando con los manubrios o con los espejos a los autos detenidos, y en otras ocasiones aprovechando esa proximidad para realizar sus crímenes, sea robando celulares o accionando sus armas para cometer asesinatos.

Mucho más importante que la cantidad de gente que circula en una moto es importante que se establezca la obligación de respetar los carriles para que termine esa anarquía que permite en cualquier crucero a los motoristas apuñuscarse, literalmente hablando, en la primera fila. Anarquía que afecta a todo el tránsito y que también da lugar a numerosos incidentes por el daño que se ocasiona con golpes, leves si se quiere, pero costosos al final de cuentas, que sufren los vehículos de mayor tamaño cuando pasa algún motorista topando la propiedad ajena. Hay individuos que viajan en moto con el casco colgando de un brazo en vez de usarlo en la cabeza y ese artículo diseñado para proporcionar seguridad se convierte en un arma para hacer daño, muchas veces no intencional, a otras personas.

La Policía de Tránsito, que se hizo de la vista gorda todo el tiempo de la prohibición para que dos circularan en moto, tendría que actuar con criterio y sentido común para lo que le compete, es decir, promover mayor seguridad vial y para ello resulta indispensable normar el uso adecuado de las motos como cualquier otro vehículo que tiene, por fuerza, que respetar la existencia de carrilleras bien definidas.

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