El mes de diciembre suele traer muchas cosas, el frío usual de la época viene acompañado de emociones, olores y colores que parecen adueñarse del ambiente. Un respiro de mejor actitud y ansiedad por las fiestas que se avecinan y por terminar un año más se palpa por todos lados. Sin embargo, para algunas personas, nuestros migrantes que retornan a casa, suelen además tener un reencuentro con su gente, con su país, con aquel hogar no olvidado.
Y es que de manera recurrente y simulando una migración pactada con la naturaleza, llegadas estas fechas, el Aeropuerto La Aurora, se llena de familias, en las que desde la abuelita hasta el último recién nacido, hacen valla en la terminal aérea tratando de divisar gorras y chumpas de llamativos colores que poco importa a qué equipo deportivo, liga o ciudad norteamericana pertenecen, vienen resguardando al hijo, a la nieta, al padre o a la madre, pero sobre todo vienen cubriendo historias de esfuerzos, penas y sacrificios de personas que dejaron su vida y sus seres queridos atrás para buscar un mejor porvenir, una oportunidad o simplemente un trabajo para ganarse el pan de cada día.
Para un país como el nuestro, exportador de personas, desde el punto de vista macroeconómico, estos esforzados trabajadores representan el mayor ingreso de divisas, en su conjunto alimentan la noticia permanente sobre las subidas o bajadas del total de remesas que ingresan a Guatemala.
Pero desde el punto de vista de las familias que ahora les esperan, representan el ahorro y oportunidad para los que se quedaron en Guatemala, la posibilidad para que puedan abrir un negocio, mantener a la familia o procurar que las otras generaciones no deban de correr los riesgos y privaciones que enfrentaron ellos que se marcharon años atrás.
No hay que perder de vista tampoco que por cada historia de éxito que llega hoy al aeropuerto, en el camino quedaron truncados sueños e ilusiones de otros miles que fueron deportados, no pudieron ahorrar o simplemente murieron en el intento. Detrás de cada historia hay privaciones, muchos platos lavados o naranjas recogidas, por que si algo hace incrementar el mérito de nuestros migrantes es que van determinados a cumplir sus sueños e ilusiones sin importar aquellos trabajos que deban de realizar.
La situación en Estados Unidos hoy no es la mejor, la economía se encuentra estancada, a la espera permanente, de la anunciada recuperación, para nuestros migrantes esto representa una suma y sigue de tener que buscarse la mejor manera de salir adelante. La burbuja inmobiliaria al estallar dejó a bancos y ejecutivos quebrados que salieron en las noticias, pero en el anonimato quedaron otra vez los nuestros, quienes esperan que pronto vuelva a incrementarse el trabajo y puedan seguir ayudando a la docena que dejaron en casa y siguen necesitando ayuda.
Así que bienvenidos a casa hermanos migrantes, su esfuerzo y sacrificio mantienen no sólo sus hogares y familias, su esfuerzo y sacrificio mantienen la economía nacional, incrementan las reservas de divisas de nuestro país y permiten que muchos padres, hijos, hermanas y nietos lleguen con ilusión hoy al aeropuerto a esperarlos.