Una marcha organizada para celebrar el Día de la Tierra hoy en la ciudad de Guatemala provocó uno de los mayores congestionamientos de tránsito en los últimos años y decenas de miles de vehículos quemaron combustible y contaminaron el ambiente inútilmente porque los organizadores no tuvieron el tino de realizar su actividad de manera tal que no hiciera daño ecológico.
Pocas cosas son tan nefastas para el ambiente como mantener los motores en combustión permanente de combustible sin circular. El Obelisco se ha convertido en un nudo crucial del tránsito en la ciudad de Guatemala dado que por el lado de Boca del Monte ingresan diariamente cientos de miles de personas que viven al sur de la capital de la República. Vehículos livianos y unidades del transporte público transitan por ese lugar todas las mañanas en un ajetreo que generalmente es complicado pero que esta mañana alcanzó dimensiones caóticas. Un poco de sentido común hubiera servido para que los organizadores, quienes marcharon para proteger la Tierra del daño ambiental, advirtieran a automovilistas sobre su recorrido y sus planes de manera que la población pudiera transitar por vías alternas, pero evidentemente parte de la intención era «hacerse sentir» y para ello era indispensable provocar el caos. Las emisiones de monóxido de carbono que se produjeron en exceso durante los atascos de más de una hora y media de duración fueron el regalo que estos insensatos le hicieron a la Tierra en su día. Estimamos importante la participación ciudadana para hacer conciencia sobre la necesidad de proteger el ambiente, pero para muchos de los participantes y de los organizadores era más interesante la acción política contra empresas que contaminan y hacen daño con la minería que la protección global del entorno ecológico. Respaldamos y entendemos la preocupación de las comunidades por el daño que les hacen empresas mineras, pero también entendemos que no puede utilizarse alguna acción que, a su vez, produzca graves efectos ambientales porque al final se pone en entredicho el sentido mismo de la protesta. La protección del medio ambiente la tenemos que impulsar desde las escuelas, en la formación de nuestras juventudes porque es allí donde realmente podemos cifrar esperanzas de un cambio de actitud. Es tal la irresponsabilidad que hasta los mismos promotores de una marcha «a favor» de la Tierra, terminan haciendo serio daño porque no miden las consecuencias del taponeo de vías. Y es que, como ellos, muchos pecan por esa falta de raciocinio para tener claridad respecto a los objetivos que se persiguen y la forma de alcanzarlos.