La orden sobre ciberseguridad de la Casa Blanca, que será dada a conocer este miércoles por funcionarios de alto rango en el gobierno del presidente Barack Obama, será el plan más exhaustivo hasta la fecha contra los ataques informáticos dirigidos a las redes computacionales de Estados Unidos, o al menos un esfuerzo de buena fe en medio de una alarmante oleada de espionaje industrial en el último año, de la que expertos culpan principalmente a China.
Se espera que la estrategia exhorte a empresarios a imponer medidas más duras para proteger el comercio por internet y ordene a agencias de inteligencia estadounidenses compartir incluso información confidencial sobre las amenazas con compañías consideradas vitales para la economía de Estados Unidos, como algunas en el sector bancario y de transporte.
Si bien es simbólico, el plan deja preguntas prácticas sin respuesta: ¿Está obligada una empresa a decirle al gobierno si ha sido víctima de ataques de piratas cibernéticos y si los intereses de Estados Unidos están en riesgo? ¿Es posible demandar al banco o a las instalaciones de tratamiento de aguas si esas organizaciones no toman medidas razonables para proteger al público? Y si el sistema de una empresa privada es violado, ¿debería intervenir el gobierno para frenar los ataques y mantener la vigilancia?
El proceso ha puesto en evidencia qué tan difícil y complejo es el tema, lo que convierte la muy esperada orden gubernamental en una disputa burocrática que busca mostrar a países como China e Irán que Estados Unidos toma en serio la protección de los secretos del consumidor. Ha sido un esfuerzo intensivo del personal de la Casa Blanca y cabilderos industriales recelosos de la intervención del gobierno pero temerosos sobre los resultados.
«Creo que en general significa que (Estados Unidos) promoverá el caso de la ciberseguridad, y eso es importante», dijo Paul Smocer, jefe de la división de política tecnológica de la organización Financial Services Roundtable, un poderoso grupo de cabildeo que representa a los bancos más grandes del país.
La ciberamenaza a Estados Unidos ha sido debatida muchas veces desde la década de 1990, cuando gran parte de los negocios estadounidenses empezaron a realizarse por internet y sistemas cruciales empezaron a apoyarse en redes. Los expertos en seguridad empezaron a advertir sobre desastres inminentes, incluyendo amenazas de que los terroristas podían detener el suministro de agua de una ciudad o interrumpir el servicio de energía eléctrica. Pero lo que se ha visto en años recientes, de acuerdo con expertos, es el constante robo de propiedad intelectual estadounidense de parte de competidores extranjeros.