Reforma Migratoria, una visión libertaria


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A todos los guatemaltecos y latinoamericanos nos preocupa o nos debiera de preocupar la escalada que ha tenido el ritmo de las deportaciones en los últimos años. Aparte del importante aspecto humano y familiar que en casi todos los casos se ve afectado con la acción de deportación, existe el del detrimento patrimonial de los deportados por la brusca interrupción de sus ingresos por trabajo y el aspecto macro que esto implica para el país de origen con la consecuente merma de las remesas que tanto sirven y vigorizan la economía local.

John Carroll


Mucho se ha hablado en las tres últimas administraciones americanas, la republicana y las demócratas, de encontrar una solución integral al problema migratorio, pero las ideas y avances que los partidos tradicionales del norte han tenido en este sentido siempre se han visto afectadas por el problema político que la vía de la ciudadanía implica. Muchos políticos sopesan que otorgar una vía a la ciudadanía para los migrantes ilegales implicaría una dura carga al Estado benefactor y que los nuevos votantes votarían en su mayoría por el partido demócrata.  Además argumentan que los “nuevos ciudadanos” quitan posibilidades de empleo a los americanos o que pasar una reforma de este tipo solo atraería a más inmigrantes a cruzar la frontera de manera ilegal.  Esos son los verdaderos obstáculos de la reforma migratoria y estos obstáculos solo desaparecerán o minimizarán cuando los políticos americanos tengan una mejor visión de la solución del problema y se dediquen a atacar el problema de raíz y no por las ramas.

El señor Ed Krayewski, editor asociado de reason.com propone una alternativa interesante desde la visión libertaria.  Ed indica que el problema de los ilegales en Estados Unidos se resolvería fácilmente si la reforma migratoria se enfoca en resolver puntualmente las dificultades que enfrentan los señores ilegales para trabajar y vivir en el país.  Lo que la reforma debería de otorgar es una legalización,  que no residencia permanente o ciudadanía,  que les permita a los migrantes obtener documentos de identificación legítimos, participar en contratos, pagar impuestos formalmente y en general poder participar en la economía y la sociedad.  El Gobierno, dice Ed, no debiera de interferir entre alguien que quiere trabajar y alguien que quiere pagar por un trabajo. Para eliminar el problema político, el permiso de legalización podría no incluir el derecho al voto lo que terminaría con la pugna entre demócratas y republicanos por ese mercado político.

La propuesta de Ed también habla de la seguridad en fronteras e indica que la mejor política de seguridad en fronteras tiene fundamentos parecidos a los de la legalización de la producción y distribución de drogas.  Eliminar la prohibición de entrar legalmente a Estados Unidos para trabajar y facilitar el flujo de trabajadores tendría como resultado la desaparición del incentivo actual de los coyotes y el ingreso sin identificación de parte de los migrantes.  Siendo legal, fácil y barato hacerlo, no tendría sentido entrar de forma ilegal.  Sería entonces el mercado y no el Gobierno el que se encargue de calificar la eficiencia y productividad del migrante trabajador.

Otorgar una vía, fácil y rápida de legalización para los migrantes en Estados Unidos, seguramente incrementaría los ingresos fiscales y  generaría más dinamismo además de atender con franca humanidad el aspecto familiar y personal de esos admirables compatriotas. La visión libertaria del problema migratorio podría ser la clave que desentrampe este complicado asunto.