La temporada navideña en el país empezó desde hace un buen rato. En Guatemala, usualmente empieza luego de que los comercios terminaron de vaciar sus anaqueles de los productos de Halloween, y cuando las agruras por el fiambre ya se disiparon. El terremoto del 7 de noviembre aplazó por algunos días el inicio de las primeras actividades masivas. Sin embargo, religiosamente, desde el 15 de noviembre, radio y televisión dan paso a los anuncios navideños, que estarán vigentes hasta, más o menos, el 6 de enero.
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Para algunos aún les despierta sorpresa, o bien se han acostumbrado, al jingle navideño que por décadas ha estado vigente en esta época en las radios. Hay quienes aseguran que la temporada de fiestas de fin de año empieza cuando escuchan por primera vez en el año esa cancioncilla, que se repetirá cada quince minutos a lo largo del día.
Quizá causaría cierta incertidumbre el año en que la marca comercial decida ya no promocionar ese jingle navideño, que ofrece mayonesas y salsa inglesa, buen vinagre (muy sabroso). Aunque lo más probable sea que el año que ya no aparezca, la gente no lo note. Sin embargo, no dudo de que la tonadilla ya se encuentre entre nuestro inconsciente colectivo, y que, en caso de desaparecer, lo recordaremos algún día de nuestra vejez.
Me dio curiosidad, e incluso llegué a pensar que esa marca comercial ya no existía, y que los programadores de radio lo seguían poniendo por nostalgia o costumbre. También creí que en una estrategia agresiva de hace 30 años, la marca decidió pagar el espacio para medio siglo de ese anuncio, y que ahora desaparecido el producto, las radios no tenían más que cumplir con el contrato.
Pero no es así; ayer, en el supermercado, vi que aún se vende ese producto, que asegura que dará a su mesa una apariencia distinguida y bien servida en caso de que usted lo compre. Sin embargo, entre la gran cantidad de productos de mayonesas y mostazas, esta marca del jingle navideño era lo menos. Según me dicen personas mayores, esta marca se comercializa en mayor escala en tiendas y en sectores más populares, y no tanto en los Hipermercados.
De cualquier forma, a mí me da una especie de lástima, porque mientras los comercios se esfuerzan por ofrecer algo nuevo en esta época que, sin duda, es la más rentable para ellos económicamente, este jingle permanezca inalterable, quizá solamente remasterizado hace unos diez años, y que a la gente le guste oírlo, pero no comprar masivamente el producto.
Y lo peor es que cuando lo escucho, creo que de nuevo estoy en la década de los ochenta, cuando todavía imperaban los gobiernos militares terroristas y anticomunistas. Sin embargo, en un golpe de realidad, me despierto y pienso que, ciertamente, nuestra sociedad guatemalteca no ha cambiado mucho.
De nuevo, un militar es el Jefe de Estado, y aunque haya ganado una elecciones, da grima que la gente siga añorando la mano dura de Jorge Ubico, Estrada Cabrera, Justo Rufino Barrios o Rafael Carrera, que con solo estornudar, diputados y jueces se movían también.
Como antaño, se sigue optando por la represión contra los inconformes, y favorecer a los que ya están favorecidos, como política de Estado, quizá la única política que se mantiene intacta desde tiempos coloniales.
Y, para más nostalgia del pasado, ayer, miembros de dos cámaras empresariales se quejaban de que la propuesta de ley de Desarrollo Rural era una copia, casi intacta, de la Reforma Agraria impulsada desde tiempos de Arévalo Bermejo y concretada por Árbenz Guzmán.
Nuestra sociedad no ha avanzado nada, y me da tristeza de que tengamos tanta añoranza del pasado, en vez de emocionarnos con la sociedad del futuro. Y cada vez que escucho el jingle navideño comercial que dice “Tenga usted feliz Navidad, que la paz reine en su hogar. Son deseos muy sinceros en las fiestas de fin de año”, me dan ganas de llorar.
Solo falta que nuestros diputados decidan, con la frialdad que los caracteriza, declarar ese jingle navideño como Patrimonio Cultural Intangible de la Nación.