Una de las primeras normas de convivencia que se aprende en el jardín de niños es que «la mayoría manda»; un principio democrático indiscutible reconocido en casi todas las naciones del mundo es la elección de gobiernos y políticas de Estado por «mayoría absoluta» de votos (50 por ciento más uno).
Secretario Escuela de Ciencia Política. Universidad de San Carlos de Guatemala
En Bolivia, la oposición minoritaria derrotada tres veces consecutivas en las urnas intentó derrocar con violencia al gobierno mejor votado de la historia reciente, y ahora interpreta que están «empatados» el 60% de ciudadanos que dijo Sí a la Constitución de Evo Morales y el 40% que la rechazó. El camino hacia el reconocimiento de esta mayoría olvidada no ha sino nada fácil. Primero, necesitó su organización y movilización masiva para demandar sus derechos y luego la toma de las instituciones del Estado a través del MAS. Más tarde tuvo que soportar con paciencia tres años de espera en los que una oposición minoritaria y cada vez más violenta ha intentado por todos los medios derrocar el estado de derecho y sabotear el proceso más incluyente de debate y consenso para escribir una nueva constitución política del Estado jamás visto. Este enero se aprobó por fin la nueva constitución, pero en el camino quedan los sueños de aquellos que imaginaron éste como un camino fácil, así como el recuerdo de aquellos que dieron sus vidas para llegar a este momento histórico. En fin para la derecha latinoamericana y boliviana, el 61% por el Sí y el 38% por el No es un «empate».