RECURSOS DE GRACIA, OTRA VEZ A DISCUSIí“N Una bandera común de la actividad polí­tica


El módulo letal ubicado en Fraijanes, municipio de Guatemala, dejó de ser utilizado desde que se interrumpieron las ejecuciones ante la intervención de la Comisión Internacional de Derechos Humanos.

Los vientos del paí­s, una vez más, soplan con el riesgo de volver a ondear banderas polí­ticas que como consigna lleven la necesidad urgente de aplicar la pena capital en el territorio.

Gabriel Herrera
gherrera@lahora.com.gt

El último condenado a muerte fue por inyección letal, método quí­mico de alto costo.

Cada cuatro años, cuando el ruedo del proselitismo se abre, la población guatemalteca ha escuchado de viva voz de los presidenciables aprovechando la coyuntura y lanzar así­ el ofrecimiento de lucha contra la violencia, a través de la pena de muerte.

Analistas polí­ticos, religiosos y expertos en derechos humanos esperarí­an que esta vez aquella historia cambie, porque en pleno desarrollo del siglo XXI los Estados modernos van en contra de toda acción pública o privada que trate de eliminar la vida del delincuente y de cualquier ser humano.

Algunos consideran que lo más sensato serí­a promover una consulta desde el Estado a la población y determinar así­ cuántos están a favor de la muerte y quiénes están a favor de la vida.

LEVANTAR LA BANDERA

Vitalino Similox, del Consejo Cristiano Ecuménico Guatemalteco -CCEG-, que reúne representación de las iglesias Católica, Evangélica protestante, luterana, anglicana y presbiteriana, expresa que el levantamiento público del tema se siente ya y preocupa.

«Y en un contexto preelectoral más, cada vez que entramos en esos procesos, sirve para seguir exacerbando los sentimientos de los guatemaltecos ante tanto secuestro, tanto asesinato», alerta Similox.

Ni ética ni moralmente es correcto, por tanto los polí­ticos no deberí­an manejar ese tema durante los momentos de ánimo o estremecimiento pre o electoral, donde se elevan los sentimientos del conglomerado social, dice el representante del CCEG.

Lo más inteligente serí­a encontrar una salida, coherente y responsable, a los problemas de la violencia y la inseguridad, «no medidas simplistas que al final se vuelven complicadas, como dureza extrema o limpieza social y ofrecimiento de pena de muerte», enfatiza el religioso.

Marco Antonio Barahona, de la Asociación de Investigaciones Económicas y Sociales (Asies), opina sobre esos ofrecimientos de los grupos polí­ticos, «supongo que consideran que pueden conseguir el apoyo a favor de esa práctica tan radical, tan inhumana», resalta.

El analista de Asies enfatiza que la población no deberí­a perder de vista que el Estado de Guatemala garantiza la vida de toda persona humana, desde su concepción, contenido en los artí­culos dos y tres de la Constitución Polí­tica de la República.

Ofrecer la pena de muerte como la cantidad de temas similares o de impacto, es parte del juego polí­tico que conjugan los candidatos, insiste Barahona.

Marí­a Isabel Bonilla de Anzueto, analista del Centro de Investigaciones Económicas Sociales, considera que trastocar el tema de la pena de muerte por parte de los polí­ticos es politizar los asuntos sociales sensibles.

«Es darles esa connotación polí­tica que no debieran tener. El Presidente de la República no está para aplicar la ley, el Presidente está para administrar el Estado», recordó.

Bonilla de Anzueto estima que ese tema deberí­a salir de la esfera de los polí­ticos porque no es válido ya en sociedades modernas y grupos civilizados.

«Cada cuatro años se discute, pero nunca se llega a una conclusión, entonces siempre queda este en el limbo o perí­odo de indecisión, donde finalmente se están afectando vidas, tal como sucede con los condenados a muerte», valora.

La pena de muerte pasa por muchos temas, ilustra la analista del Cien, ¿funciona o no funciona en un sistema que pretende la educación y regeneración de los condenados; pasa por el tema económico, pasa por el tema polí­tico, pasa por el tema fiscal?, interrogó.

Rudy Esquivel, vocero del Sistema Penitenciario, da a conocer que actualmente registran 19 condenados a muerte en los diferentes centros de condena del paí­s.

Según cálculos aproximados, cada privado de libertad, incluyendo los condenados a la pena capital, le cuestan al Estado entre veintitrés y veinticinco mil quetzales anuales, que incluyen alimentación, transporte, combustible, electricidad, agua potable y otros, explica Esquivel.

Ramón Cadena, director en Centroamérica de la Comisión Internacional de Juristas -CIJ-, indica que no es correcto o incorrecto el enfoque que polí­ticamente se le pueda grabar al tema de la pena capital.

Cadena es enfática al decir que lo cierto es que la pena de muerte no va a resolver el problema de la violencia en Guatemala, porque para solucionar esa violencia se deben tomar medidas socioeconómicas, también la prevención del delito.

EN EL LIMBO

Oliverio Garcí­a Rodas, presidente de la comisión de Legislación y Puntos Constitucionales, recientemente dio a conocer que se están analizando dos iniciativas de Ley para definir a quien corresponde otorgar el recurso de gracia.

Garcí­a Rodas explica que el análisis de los comisionados ahora va enfocado a definir si el recurso de gracia podrí­a quedar bajo la responsabilidad del Organismo Ejecutivo o del Organismo Judicial.

Ramón Cadena, de la CIJ, da a conocer que Naciones Unidas ha emitido varias resoluciones donde los socios mundiales se han comprometido a la abolición absoluta de la pena de muerte y entrar así­ al concierto de los Estados modernos.

«El Estado de Guatemala, en lugar de estar pensando en regular el recurso de gracia, lo que deberí­a hacer es asumir una posición abolicionista y aprobar leyes en materia de seguridad democrática que permitan prevenir y reducir la extrema violencia que hay», subraya.

Mientras tanto, el diputado Garcí­a Rodas recuerda que hay varios condenados a muerte que están en el limbo por carecer de una ley que decida quién en representación del Estado debe perdonar la vida de un condenado.

Esa preocupación nace casi dos años después que el Congreso de la República, durante la presidencia de Eduardo Meyer, aprobara el Decreto 6-2008 que contení­a el recurso de gracia y que lo depositaba en manos del jefe del Ejecutivo.

Sin embargo, dí­as después el presidente ílvaro Colom vetó aquella ley aprobada por los diputados y así­ quedaron nuevamente en el limbo los condenados a muerte.

Ramón Cadena, doctor en Derecho y quien ha participado como Juez Ad Hoc en la Corte Interamericana de Derechos Humanos -CIDH-, anticipa que si se aprobara una ley para otorgar el recurso de gracia tendrí­a que estar de acuerdo con los parámetros internacionales.

Cadena recordó que el contenido del recurso de gracia en la última propuesta iba en contra de esos estándares internacionales.

«Cuando la tendencia mundial es claramente favorable a la restricción y eliminación de la pena de muerte, el Congreso de Guatemala manifiesta exactamente lo contrario, mediante la sanción de una ley que permite volver a ejecutar condenados», manifestaba la CIJ a través de comunicado en 2008.

Aunque la pena de muerte sigue contenida en la Constitución Polí­tica de la República, el recurso de gracia lo decidí­a el Presidente de la República.

La ejecución de reos condenados a muerte está estancada desde el gobierno del FRG, cuando el ex presidente Alfonso Portillo renunció seguir conociendo el recurso de gracia y desde entonces, el Congreso, el Ejecutivo y la Corte Suprema de Justicia no encuentran salida legal a la situación

Actualmente, en Centroamérica, solo Guatemala en su Constitución Polí­tica contempla y permite la aplicación de la pena de muerte. En el continente americano y el Caribe, Estados Unidos, Cuba y algunos otros paí­ses caribeños.

Ramón Cadena, Comisión Internacional de Juristas -CIJ-

«Y talvez lograr el perdón y poderse reintegrar, aunque sea 20 años después, a la sociedad; qué pasa, esa indecisión del futuro llegarí­a hasta a ser un poco inhumana, claro que muchas personas pensarán que el que está condenado a muerte merecido lo tiene»

Marí­a Isabel Bonilla de Anzueto, Cien.

CENADOJ Estadí­sticas


En Guatemala, el Centro Nacional de Análisis y Documentación Judicial -Cenadoj- en sus estadí­sticas tiene anotadas 36 personas ejecutadas por fusilamiento a partir de 1942 y hasta 1996.

Las ejecuciones se debieron a delitos como homicidio, robo agravado, asesinato, plagio, violación; depósito de armas y municiones; tenencia y distribución de propaganda subversiva; plagio o secuestro; extorsión y hasta por usurpación de funciones.

Los lugares de ejecución fueron en la desaparecida Penitenciarí­a Central, que se ubicó justo en la misma área donde hoy se yerguen los edificios del Crédito Hipotecario Nacional, Banco de Guatemala y la Corte Suprema de Justicia.

Otros fueron ejecutados frente al paredón en el Cementerio General, localizado en la zona 3, al occidente de la capital guatemalteca; en la Granja Modelo de Rehabilitación Canadá, departamento de Escuintla, al sur del paí­s, y otros no indica donde cayeron muertos los reos.

DEPARTAMENTOS Condenas


También como fuente del Cenadoj, de 1996 a 2001 son 13 personas las condenadas por órganos jurisdiccionales de Guatemala, Jutiapa, Quetzaltenango y Sacatepéquez. Un reo por caso de condena en 1997 se fugó el 28 de octubre de 2003

Un segundo condenado a la pena capital está fugado desde el 19 de junio de 2001; habí­a sido condenado en 1999 en Jutiapa. El tercer reo, que también se puso en fuga, lo hizo el 25 de junio de 2001, pero habí­a sido condenado un año antes en Quetzaltenango.

Estos casos de pena capital fueron por asesinato, plagio o secuestro, robo agravado, asesinato consumado y concurso real de delitos que incluye tenencia de armas y municiones ilegales.

HISTORIA Fermí­n Ramí­rez


El caso de la historia inmediata es Fermí­n Ramí­rez, quien se salvó de morir en la cámara de inyección letal y a cambio purga 40 años de cárcel que le impuso el Tribunal de Sentencia de Escuintla.

Ramí­rez fue condenado por la violación y asesinato de Gendri Yasmí­n Franco, de 10 años; sin embargo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ordenó al Estado de Guatemala repetir el juicio porque se habí­a violado el debido proceso.

También se salvó de la pena de muerte Ronald Raxcacó, condenado por secuestro.

MECANISMOS Inyección letal


En los años 1998 y 2000 se registran las dos últimas ejecuciones por inyección letal, por los delitos de asesinato y plagio o secuestro, ejecuciones que se llevaron a cabo en el módulo de la muerte de la Granja Modelo de Rehabilitación Pavón, Fraijanes, Guatemala.