Rusia pidió explicaciones ayer a Washington por el desmantelamiento en Estados Unidos de una rocambolesca red de presuntos espías rusos, un caso embarazoso en plena reactivación de las relaciones bilaterales que Moscú considera «infundado» y «malintencionado».
«En nuestra opinión, tales acciones no están en absoluto fundadas y son malintencionadas», estimó la diplomacia rusa en un comunicado.
«No entendemos las causas que llevaron al ministerio estadounidense de Justicia a hacer declaraciones públicas con tintes de «historia de espías» del tiempo de la Guerra Fría», agregó.
Por su parte, desde Jerusalén, el jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, pidió explicaciones e ironizó sobre el momento del anuncio de las detenciones que se producen pocos días después de una visita a Estados Unidos del presidente Dimitri Medvedev en donde se esmeró, junto a su par estadounidense Barack Obama, en dar una buena imagen.
«No nos explicaron de qué se trata. Espero que nos lo expliquen», declaró Lavrov.
«El momento en el que se hizo fue elegido con especial delicadeza», destacó.
Cinco de las diez personas detenidas el domingo en Estados Unidos comparecieron ayer en Nueva York ante un juez federal que ordenó que permanezcan en detención preventiva. Una persona había escapado a la redada.
Una fuente policial chipriota anunció este martes el arresto de un sospechoso en el aeropuerto de Larnaca (sur). Se trataría de un canadiense, Robert Christopher Metsos, de 54 años, buscado por el caso de espionaje.
Las autoridades chipriotas lo dejaron en libertad a la espera de su extradición contra una fianza de 20.000 euros.
Los detenidos durante la redada dicen ser estadounidenses, canadienses o peruanos, según las dos querellas interpuestas contra ellas por la justicia estadounidense y en las que no se precisa su nacionalidad.
Entre ellos figura Juan Lázaro, al parecer un peruano nacido en Uruguay, y su esposa, que dice llamarse Vicki Peláez, una peruana nacionalizada norteamericana.
Están acusados de actuar como agentes de un gobierno extranjero, lo que conlleva una pena máxima de cinco años de prisión. Además nueve de ellos están inculpados por conspirar para blanquear dinero, cargo por el que se puede pedir una pena máxima de 20 años de cárcel.
Por su parte, Gran Bretaña e Irlanda indicaron el martes que investigaban informaciones sobre una posible utilización de pasaportes británicos e irlandeses falsos por algunos de los detenidos en este caso.
El Servicio de Inteligencia Exterior ruso (SVR), en primera línea de los acusados según las autoridades estadounidenses, no quiso hacer comentarios.
El Kremlin tampoco quiso pronunciarse y estima que el jefe del Estado es el único habilitado para hacerlo.
«Si Dimitri Anatolevich (Medvedev) considera necesario decir algo, el único comentario que habrá será el suyo», afirmó un portavoz de la presidencia rusa a la AFP.
Según la justicia estadounidense, los sospechosos fueron formados por el SVR para «obtener informaciones» «infiltrándose en los círculos políticos norteamericanos». El desmantelamiento de la red es el resultado de diez años de investigaciones del FBI.
Los investigadores descubrieron un arsenal de medios de comunicación, como una técnica de codificación de datos en fotografías colgadas en páginas web anodinas, o radios de onda corta para contactar directamente con Moscú.
El caso reúne todos los elementos de una novela de espionaje: mensajes codificados, dinero en efectivo entregado por emisarios rusos durante estadías en países latinoamericanos, idas y venidas a Moscú a través de Roma, pasaportes falsos, transporte y entrega de ordenadores portátiles…
El SVR es sucesor del KGB, el servicio de inteligencia de la Unión Soviética, para el que trabajó el primer ministro ruso Vladimir Putin.
Desde la caída de la URSS, el contraespionaje y la inteligencia interior corren a cargo del Servicio Federal de Seguridad (FSB), dirigido por Putin desde 1998 a 1999.
Putin se reunirá el martes en Moscú con el ex presidente estadounidense Bill Clinton, pero no abordarán el caso de espionaje, según el portavoz del primer ministro, Dimitri Peskov, citado por Ria Novosti.
La detención en Estados Unidos de presuntos espías rusos amenaza con frenar la reactivación de las relaciones entre Washington y Moscú impulsada por Barack Obama y su homólogo Dimitri Medvedev, pero no podrá detener el acercamiento estimaron el martes expertos rusos.
Los analistas no dudan en señalar que el mediático anuncio del desmantelamiento de la rocambolesca red de espionaje es sobre todo embarazosa por el oportuno momento que se escogió para hacer público el caso: el presidente Medvedev acaba de terminar en Estados Unidos una visita recargada de simbolismos para celebrar una nueva armonía reencontrada entre los ex enemigos de la Guerra Fría.
No se debe excluir una relación directa entre los dos acontecimientos, como lo señaló el jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, que se refirió este martes al tema con ironía: «el momento en el que se hizo fue elegido con especial delicadeza».
«El calendario de este anuncio mediático no fue escogido al azar», constató Fiodor Lukianov, jefe de redacción de la revista Russia in Global Affairs. Según él se trata en definitiva de una bofetada a la política de acercamiento ruso-estadounidense iniciada tras las graves tensiones que atravesaron los dos países durante la presidencia de George W. Bush.
Obama y Medvedev escenificaron incluso la semana pasada la distensión en las relaciones comiendo hamburguesas en un restaurante cerca de Washington.
«Â¿Por qué (la red) no fue desmantelada antes o buen tiempo después» de la visita del presidente ruso?, se preguntó un ex jefe del FSB (la ex KGB), Nilolai Kovalev.
Los expertos rusos juzgan que se trata de una maniobra dirigida por los conservadores dentro de los servicios secretos estadounidenses para que fracase la política de Obama con Rusia.
«Una poderosa oposición a la política de Barack Obama de acercamiento hacia Rusia (…) lanzó una señal a su administración llamándole a tener más vigilancia hacia Moscú y evitar tener un acercamiento», subrayó Lukianov.
«Los halcones, que buscan un enemigo exterior, están detrás del escándalo: sin un enemigo exterior no obtendrían financiamiento y su negocio se marchitaría», agregó Kovalev.
«El FBI (Oficina Federal de Investigaciones estadounidense), que realizó las detenciones, es un organismo estrechamente vinculado con los sectores conservadores (estadounidenses) para quienes Rusia es un enemigo que debe ser acabado», estimó por su parte Viktor Kremeniuk, vicedirector del Instituto ruso de Estados Unidos y de Canadá.
Para Kremeniuk, Barack Obama aparece ahora a su pesar como «un político que quiere ayudar al país que lleva a cabo actividades subversivas contra Estados Unidos».
En el primer lugar de los avances diplomáticos amenazados por el escándalo, los espertos rusos ubican la ratificación por el Senado estadounidense de un nuevo tratado START de desarme nuclear, firmado con fanfarria en abril tras intensas negociaciones.
«El logro más importante de la reactivación puede fracasar», advierte Kremeniuk.
Pero estos analistas consideran sin embargo que este rocambolesco caso de espionaje no es más que un sobresalto: «No pienso que la Casa Blanca cambiará su política», concede Lukianov, ya que «el hecho de que haya (tales) operaciones de inteligencia no es algo sensacional».
«Obama debe avanzar en sus relaciones con Moscú por razones políticas, ya que es el único expediente logrado de su política exterior», estima el experto militar Alexander Golts.
En una tranquila calle donde un juego de pelota puede pasar como un hecho excitante, los residentes de Yonkers, al norte de la ciudad de Nueva York, quedaron atontados tras enterarse que una pareja de sus vecinos había sido arrestada acusada de ser espías de Rusia.
Un hombre conocido como Juan Lázaro y su esposa, a quien conocían como Vicki Peláez, figuran entre los 10 personas sospechosas de actuar como «agentes encubiertos» y arrestadas luego de que las autoridades estadounidenses pusieran al descubierto una misión secreta que había sido monitoreada durante más de una década por la policía federal (FBI).
La acusación presentada por el departamento de Justicia se parece al guión de una película de espías. Los sospechosos enviaban mensajes cifrados, usaban identidades falsas, tenían dinero enterrado y se utilizaron cámaras de video ocultas en habitaciones de hotel.
La pareja domiciliada en el número 17 de Clifton Avenue en Yonkers vivía en ese lugar desde hacía más de 20 años, según los datos del departamento de Justicia.
Lázaro, presuntamente un ciudadano peruano nacido en Uruguay, y Pelaez, supuestamente una peruana que había obtenido la ciudadanía estadounidense, nunca habían llamado la atención en su barrio.
No había «absolutamente nada que llamara la atención en sus conductas. Vecinos normales. «Â¿Hola, cómo le va?» Nada que llamara la atención sobre ellos en lo absoluto, excepto dos perros ruidosos que ladraban toda la noche. Era la única cosa que molestaba», comentó Jonathan Kroll, de 29 años, un administrativo escolar.
«Esto es realmente extraño. Es difícil de creer que, cuando uno piensa que hacen todo tipo de cosas normales en su casa, como las hago yo, estén pasando allí continuamente muchas cosas raras», señaló.
Lazaro «dijo a los vecinos, no me lo dijo a mí, le dijo a los vecinos que él era profesor de economía», añadió Kroll, destacando que los dos niños de la pareja no estaban con ellos en el momento de su arresto.
Ahora, Kroll se cuenta entre los vecinos que observan fijamente la casa donde habitaba la pareja de presuntos espías: una pequeña vivienda de dos plantas de ladrillos rojos, una fachada rosada y una chimenea que da al frente de la vivienda.
Grandes arbustos verdes se destacan en su patio.
Dentro del domicilio, desde el año 2003, las autoridades estadounidenses monitoreaban las «comunicaciones orales» que se efectuaban en la casa de Yonkers, supuestas transmisiones radiales dirigidas a Moscú, según se señala en el legajo de la acusación.
Cuando las autoridades irrumpieron en la casa, Kroll dijo que caminó «hacia allí para ver que estaba sucediendo y sólo ví a un grupo de personas con chaquetas del FBI, que pasaron buena parte de la noche ahí, creo que toda la noche, trasladando desde la casa cajas de evidencias, supongo, y llevándolas a un camión».