RECONCILIí‰MONOS CON NUESTRA VIDA


César Guzmán
cesarguzman@yahoo.com

Al sufrir un engaño, un fracaso, un amor perdido, una amistad traicionada, nuestra fe y confianza en la vida caen heridas de muerte.

El resentimiento y la sensación de que nunca lograremos nada se apodera de nosotros y culpamos a nuestra mala suerte, protestamos por nuestro destino y creemos que nadie en el mundo sufre como nosotros, hasta llegamos a pensar que Dios nos ha olvidado.

Tal fue el caso de cierta persona que soñaba con tener un hijo. Le nació una niña mongólica. Durante cinco años vio a la criatura como un castigo impuesto por un pecado que no recordaba haber cometido. La rehuí­a y evitaba acercársele. Al fin un dí­a pensó que si lograba besar aquel rostro deforme e inocente, quizá sus ojos lo viesen de otra manera. Fue difí­cil, pero logró besar a la niña… aquél contacto humano le hizo ver la carencia de valor y entereza que le habí­an hecho sufrir todos aquellos años de amargura.

Así­ nosotros deberí­amos besar nuestra vida y reconciliarnos con ella, por más dura y difí­cil que se nos presente. Pero hagámoslo hoy, ahora. No perdamos ese poco de felicidad que nos espera.

El dolor fluye de la vida. La alegrí­a hay que extraerla con valor y fe.