Estudios demuestran que espaciar los embarazos en períodos de tres a cinco años puede reducir la mortalidad materna en un 250%. Esto confirma la importancia de implementar programas de planificación familiar dirigidos a educar y brindar acceso a los métodos anticonceptivos en nuestra población.
El programa educativo sin fines de lucro Cuidarte es Quererte, de la compañía Schering, promueve la planificación responsable y avala las investigaciones del Consorcio Catalyst.
Resultados como los de las investigaciones realizadas por el Consorcio Catalyst – programa global financiado por la Agencia de Desarrollo de los Estados Unidos, USAID, dedicado a promover el uso de servicios de planificación familiar y salud reproductiva, confirman la importancia de la planificación familiar en el cuidado de la salud reproductiva de la mujer.
Catalyst, encargó una serie de estudios que muestran el significativo impacto que puede tener el espaciamiento óptimo de los nacimientos en la salud y la supervivencia. El espaciamiento en los nacimientos (la práctica que regula el período entre los nacimientos) hace tiempo que ha sido identificado por los médicos como una medida importante para salvar las vidas de mujeres e hijos.
Esta investigación revela que las mujeres deben esperar de tres a cinco años entre cada embarazo, para evitar riesgos asociados a la salud y que si esta práctica se diera, las tasas de mortalidad materna podrían reducirse hasta en un 250%.
Los asesores de Cuidarte es Quererte concordaron que los espaciamientos entre los hijos deben prolongarse y sugirieron educar sobre la planificación familiar responsable a través de los diferentes métodos anticonceptivos disponibles.
«Coincidimos con las conclusiones a las que se llegaron en este estudio y enfatizamos la necesidad e importancia de poner en práctica cuidados anticonceptivos adecuados para lograr esta meta de espaciar los nacimientos de tres a cinco años,» comentó la Ginecóloga Sara Ortiz, asesora médica del programa CQ.
Anteriormente, los profesionales de la salud se abocaban por intervalos de dos años. Sin embargo, las recientes investigaciones, tanto de países desarrollados como en vías de desarrollo, han generado partidarios de intervalos más largos entre los nacimientos para proteger la salud de las madres y los niños. Las investigaciones muestran que existe un intervalo óptimo entre los nacimientos cuando el riesgo del niño y la madre es el menor. Este espaciamiento óptimo es de tres a cinco años.
Investigaciones como esta confirman la importancia de incrementar el uso de servicios sustentables de planificación familiar y salud reproductiva en nuestro país.
Las investigaciones
La base de datos utilizada para esta investigación es única en tamaño y alcance, pues provee información de más de dos millones de embarazos en 18 países de Latinoamérica.
Catalyst, comisionó investigaciones sobre el impacto del intervalo entre los nacimientos en los siguientes grupos de la población:
Niños durante el período perinatal (período de tiempo cercano al nacimiento, generalmente dentro de los 30 días).
Madres adultas (mayores de 20 años).
Madres adolescentes (15 a 19 años).
Los hallazgos.
«Morbilidad y mortalidad materna asociada a los intervalos entre los nacimientos».
Si todos los nacimientos tuvieran un intervalo de 27-32 meses, entonces:
El riesgo de muerte materna se reduciría en un 250%.
El riesgo de sangrado en el tercer trimestre se reduciría en un 170%.
El riesgo de anemia se reduciría en un 130%.
El riesgo de ruptura prematura de las membranas se reduciría en un 170%.
El riesgo de infección se reduciría en un 130%.
No sólo los intervalos cortos podrían traer consecuencias desfavorables para la salud. Los intervalos demasiado largos también traerían consecuencias no deseadas. Si los nacimientos tuvieran un intervalo de más de 60 meses, entonces:
El riesgo de preclampsia y eclampsia, (padecimientos hipertensivos del embarazo) aumentaría en un 180%.
«Efectos de los intervalos entre los nacimientos en los acontecimientos perinatales adversos en Latinoamérica».
Si todos los nacimientos tuvieran un intervalo de 27-32 meses, entonces:
El riesgo de muerte fetal se reduciría en un 240%.
El riesgo de nacimiento precoz se reduciría en un 230%.
El riesgo de nacimientos con bajo peso se reduciría en un 214%.
El riesgo de períodos gestacionales cortos (nacimientos prematuros) se reduciría en un 125%.
El riesgo de un puntaje de Apgar bajo al nacimiento (puntuación que se da a los recién nacidos inmediatamente después del parto/cesárea) se reduciría en un 118%.
Como ocurre con la salud materna, cuando los intervalos son mayores de cinco años, el riesgo de muerte infantil e incapacidad asciende.
«Morbilidad y mortalidad materna perinatal asociada con el embarazo adolescente en Latinoamérica».
Es realmente llamativo que las madres adolescentes y sus hijos tienen mayores riesgos de muerte e incapacidad.
El riesgo se incrementa cuanto menor es la madre. Comparado con las madres adultas, las jóvenes tienen:
Incremento en el riesgo de muerte materna – 400%.
Incremento en el riesgo de eclampsia (padecimiento que ocurre durante el embarazo que se caracteriza por hipertensión arterial y convulsiones) – 450%.
Incremento en el riesgo de infección – 370%.
Incremento en el riesgo de episiotomía (corte quirúrgico que se realiza para evitar el desgarre de la vagina durante el parto) – 240%.
Los niños de estas madres jóvenes poseen:
Incremento en el riesgo de bajo peso – 50%.
Incremento en el riesgo de nacimiento prematuro – 50%.
Incremento en el riesgo de ser pequeño para su edad gestacional – 50%.
Incremento en el riesgo de muerte neonatal – 50%.
Morbilidad y mortalidad materna perinatal asociada a los intervalos en los nacimientos luego de pérdidas en Latinoamérica: «mujeres adultas y adolescentes».
Regularmente, luego de la pérdida de un embarazo las mujeres tienen períodos cortos hasta el siguiente embarazo. La razón puede ser para reemplazar el embarazo perdido o puede ser un indicador de una necesidad insatisfecha de planificación familiar.
Las mujeres, ya sean adultas o adolescentes, que quedan embarazadas en los seis meses posteriores a la pérdida o el aborto tienen un riesgo elevado de la ruptura prematura de las membranas y de anemia. Tan corto intervalo le da poco tiempo al cuerpo para recuperarse y pone al niño en gran peligro de complicaciones en su salud.