Defensoras de los derechos de las mujeres acudieron ayer a la escena internacional para reclamar al gobierno de México lo que consideran un patrón de rechazo a indígenas embarazadas en hospitales públicos y que las ha forzado a dar a luz en la calle.
Las activistas que han viajado a poblados del sur de México dicen que han documentado al menos 20 casos de mujeres que dieron a luz afuera de hospitales o centros de salud debido a que no había espacio o personal capacitado. Fotos y videos de los alumbramientos se han difundido en los últimos meses en redes sociales y han causado indignación tanto en México como en el extranjero.
Funcionarios del sistema de salud de México han dicho que se ha tratado de hechos aislados e inevitables debido a la saturación en hospitales y centros de salud, además de que afirman que la mayoría son asistidos por personal médico.
Sin embargo, activistas del Grupo de Información en Reproducción Elegida declararon el jueves ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en Washington, que desde su óptica es un problema sistemático de prejuicio y crueldad hacia las indígenas en el sistema público de salud mexicano.
«Estos casos no son aislados. Hemos documentado patrones. No es una mujer, son muchas. No está siendo atendida la problemática», dijo Regina Tamés, directora del Grupo de Información en Reproducción Elegida, una organización no gubernamental con sede en la ciudad de México.
Tamés habló con The Associated Press luego de la sesión en la Comisión Interamericana en la que ella participó como ponente.
Pablo Kuri Morales, subsecretario de Prevención de Salud de México, aseguró en la sesión de la Comisión Interamericana que la mayoría de los nacimientos en el sistema de salud público de México ocurren sin ningún problema, aunque reconoció que cientos de mujeres todavía mueren cada año durante o inmediatamente después de dar a luz, en una tasa de mortalidad materna que supera en más de tres veces a la de Estados Unidos.
«Esto es algo que el gobierno de México reconoce como una preocupación. Estamos en la línea de rechazar, reprobar y por supuesto combatir con toda la fuerza del Estado cualquier forma de violencia contra las mujeres», dijo Kuri.
«Pero no es un ‘switch’ que podamos prender y apagar», añadió.
El problema provocó la atención nacional cuando comenzó a divulgarse en redes sociales una fotografía de una indígena mazateca de 29 años que permanecía en cuclillas y adolorida inmediatamente después de haber dado a luz en octubre justo afuera de un centro de salud rural en el pueblo de San Felipe Jalapa de Díaz, en el estado sureño de Oaxaca.
La mujer, Irma López, y su hijo Sabino Salvador, sobrevivieron sin que se les presentaran mayores complicaciones de salud. Sin embargo, la imagen indignó a muchos mexicanos cuando apareció en Twitter, Facebook e incluso fue publicada en la primera plana de algunos diarios nacionales.
El caso de López llevó a otras dos mujeres a dar a conocer que ellas también habían dado a luz afuera del mismo centro de salud.
Menos de una semana después, autoridades despidieron al director de otro hospital tras la divulgación de un video en Youtube en el que se ve a otra mujer que tiene a su bebé en una sala de espera.
Canales de noticias en Oaxaca mostraron también a una mujer que da a luz en un patio oscuro afuera del Hospital General de Huajuapan de León. Una indígena más de 18 años tuvo a su bebé en el baño de un albergue junto a un hospital, luego de que le rechazaron atención médica.
«Esta es una situación que no es nueva», dijo Tamés, del Grupo de Información en Reproducción Elegida. «Lo que es nuevo es que la gente está indignada y está queriendo mover las cosas», añadió.
A principios de este mes, el presidente Enrique Peña Nieto instruyó a los hospitales a no rechazar a mujeres en trabajo de parto. El gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, anunció recientemente una inversión de 550.000 dólares para establecer 50 nuevas salas de parto en varias partes del estado.