Los sunitas iraquíes dejaron planear el miércoles la amenaza de abandonar el gobierno de unidad nacional dirigido por el chiita Nuri Al Maliki si el primer ministro continúa «acaparando» el aparato del Estado y no desmantela las milicias.
Paralelamente, la violencia rebrotó en Bagdad, un día después del levantamiento de un toque de queda excepcional con motivo del veredicto contra el ex presidente Saddam Hussein.
Varios obuses de mortero dejaron seis civiles muertos e hirieron a 21 personas.
Salim Abdalá al-Juburi, portavoz del Frente de la Concordia, principal bloque sunita parlamentario, explicó a la AFP haber enviado «una carta al resto de grupos en el gobierno» para recordarles sus «demandas».
En la misiva, los sunitas piden «un reequilibro del aparato político y el desmantelamiento de las milicias», según el portavoz.
«Si nuestras demandas no son satisfechas, nos retiraremos del proceso político y no nos quedará más remedio que tomar las armas», declaró el diputado.
La minoría sunita, favorecida durante el régimen de Saddam Hussein, participó -para la gran satisfacción de Estados Unidos-, en las elecciones legislativas de diciembre de 2005 y entró después en el gobierno de Maliki.
Pero el cruce de declaraciones hostiles entre los grupos políticos se ha multiplicado en las últimas semanas. El pasado jueves, uno de los principales dirigentes sunitas, Adnan al Dulaimi, acusó al gobierno de cerrar los ojos ante los «crímenes abyectos» cometidos por las milicias chiitas contra los sunitas.
El vicepresidente sunita iraquí, Tarek al Hachemi, acusó por su parte al gobierno de «acaparar todos los poderes y de no consultar ni coordinar con sus socios», en declaraciones a la AFP en Doha.
«Si esta política sigue así y Maliki no respeta sus compromisos con el Frente de la Concordia, estudiaremos nuestra salida del gobierno», afirmó Hachemi.
El Frente de la Concordia obtuvo cinco puestos de un total de 37 en el gobierno de Maliki, entre ellos los ministerios de Cultura y de Planificación.
Por otro lado, los atentados volvieron a producirse en Bagdad, pocas horas después de que se levantara el toque de queda excepcional instaurado por el temor a que el veredicto de Saddam Hussein, que fue condenado a muerte el domingo, desatara una ola de violencia.
Seis civiles murieron y 21 resultaron heridos por varios obuses de mortero en diferentes barrios de la capital.
En Mahmudiya, a 30 km al sur de Bagdad, un coche bomba estalló en un mercado popular. Seis personas murieron y otras 26 fueron heridas.
Más al sur, en Iskandariya, una bomba estalló cerca de una vivienda y mató al propietario y a su hijo de 13 años.
El ejército estadounidense anunció que diez «terroristas» miembros de Al Qaida habían muerto el miércoles por la mañana en un ataque cerca de Moqdadiya, al norte de Bagdad.
Otros nueve «terroristas» de Al Qaida fallecieron en otra ofensiva lanzada por Estados Unidos el martes por la noche al sur de Kirkuk, al norte de la capital.
Un marine estadounidense pereció en un «ataque enemigo» en la provincia occidental de al Anbar, lo que eleva a 2.835 el número de militares de ese país muertos en Irak desde la invasión de 2003, según un recuento de la AFP basado en cifras del Pentágono.
Por otra parte, el ex presidente iraquí Saddam Hussein compareció el miércoles ante el tribunal bagdadí que lo juzga por «genocidio» contra el pueblo kurdo del norte de Irak.
El domingo, Saddam fue condenado a morir en la horca por la ejecución de 148 chiitas en los años 80.