Rebeldes sirios, encabezados por combatientes vinculados con al-Qaeda, tomaron el control de una villa cristiana al noreste de Damasco y obligaron a cientos de habitantes a huir, dijeron ayer activistas y testigos.
AMAN /Agencia AP
La lucha por el control de Malula, un antiguo poblado en las montañas en el que se encuentran dos de los monasterios más antiguos aún en operación en Siria, ha puesto de relieve los profundos temores de muchos fieles de minorías religiosas en el país en torno al creciente papel de los extremistas islámicos dentro del bando de los insurgentes en la guerra civil contra el régimen del presidente Bashar Assad.
El protagonismo de combatientes vinculados con al-Qaeda ha sido un factor que ha influido en la renuencia de las potencias occidentales a proporcionar apoyo militar directo a los insurgentes, y también ha estado presente en el debate que se lleva a cabo en el Congreso de Estados Unidos para determinar si ese país lanzará ataques contra Siria en represalia por un presunto ataque con armas químicas el mes pasado.
Después de días de enfrentamientos dentro y en los alrededores de Malula, los insurgentes capturaron el poblado luego de intensos combates el sábado por la noche, de acuerdo con el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos, con sede en Gran Bretaña, un grupo activista.
Rami Abdul-Rahman, director del Observatorio, dijo que el ataque fue encabezado por Jabhat al-Nusra, un grupo afiliado con al-Qaida, así como el Frente Calamón de Liberación.
Agregó que alrededor de 1.500 insurgentes se encontraban dentro de Malula, mientras que el ejército tenía rodeado al poblado.
La agencia noticiosa estatal siria proporcionó una versión drásticamente distinta de la batalla, al afirmar que las fuerzas armadas reportaron «avances» en su ofensiva en Malula.
«El ejército continuó su operación militar contra elementos terroristas en el poblado de Malula y sus alrededores, infligiendo duras bajas en las filas de los terroristas, incluidos sus líderes», señaló la agencia noticiosa.
La televisión estatal reportó que todas las iglesias allí ya estaban seguras y que el ejército perseguía a los pistoleros en las colinas del oeste.
Pero los habitantes de Malula contactados por vía telefónica describieron intensos combates en las calles que los obligaron a huir mientras los combatientes inundaban el poblado.
Un habitante dijo que los rebeldes —muchos de ellos barbados que gritaban «¡Dios es grande!»— atacaron viviendas cristianas e iglesias poco después de tomar Malula.
«Balearon y mataron gente. Escuché balazos y luego vi tres cadáveres en medio de una calle en la parte vieja del poblado», dijo el habitante por vía telefónica. «Mucha gente huyó del pueblo para protegerse».