Realidario (DCLXXX)


CUATRO BALAS. Si conforme a las estadí­sticas en el paí­s de la eterna hay una existencia no autorizada de cuatro (4) balas por habitante, fuere o no fuere este económicamente activo, y cualquiera sea su edad, sexo o religión, si no hay inconveniente me gustarí­a manifestar que las balas a mí­ destinadas, sea que todaví­a no hayan sido disparadas o bien ya anden por los aires en calidad de perdidas, pues con mucho gusto las cedo o transfiero a cualquier persona adulta, de amplio criterio, que me demuestre poseer la licencia respectiva para su empleo absolutamente necesario, que hará buen uso de dichos proyectiles, de forma responsable y de preferencia con fines humanitarios. Es decir, prefiero que no se me tome en cuenta y se borre mi nombre de la lista respectiva a la hora de asignar y repartir las cuatro (4) balas a mí­ concernidas, según el mercado correspondiente, de nunca desmentida dadivosidad.

René Leiva

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MANO PELUDA. En vista de que la mano peluda tiene la mala costumbre y el imperdonable abuso de meterse, tocar o simplemente aparecer en diversidad de asuntos relacionados con la polí­tica y el manejo de los fondos públicos, los expertos, para variar, recomiendan aplicar una medida higiénica por demás elemental y sencilla de ejecutar: pelar o rasurar dicha mano, para lo cual se necesita del concurso de cualquier maestro barbero -aun cuando el pelo a cortar no esté en la barba precisamente sino en la mano, sea izquierda o derecha.. Una vez bien afeitada la mano intrusa, que incursiona en cuestiones que no le competen, sin haber sido requerida su comparecencia, a deshoras y en sospechosa penumbra, ya nadie podrá alegar que hubo (en pretérito) mano peluda, siempre y cuando el conjunto de dichos filamentos cilí­ndricos no le retoñen y crezcan demasiado pronto, añaden los entendidos.

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CARNE Y HUEVOS. Como en muy raras ocasiones y por excepcionales asuntos, los analistas opinan de forma unánime en el sentido de que nunca jamás debe ponerse toda la carne en el asador ni todos los huevos en la misma canasta, y mucho menos al revés, toda la carne en la misma canasta y todos lo huevos en el asador. Lo cual debe interpretarse como que si se tienen dos libras de carne, solamente un libra conviene asar, y cuando haya una docena de huevos es preferible colocar solo seis en la mencionada canasta, a manera de conservar o mantener en existencia una parte de carne y otra de huevos para futura ocasión, medidas estas que cualquier ama de casa sabe de sobra, sin haber cursado altos estudios, siempre y cuando los ingresos monetarios permitan la adquisición de huevos y carne para la alimentación de la hambrienta y desnutrida familia. Nada del otro mundo, por demás. Pero bueno.