La policía británica interrogaba este jueves a nueve presuntos terroristas que arrestó el miércoles en Birmingham (centro de Inglaterra), al tiempo que intentaba apaciguar la cólera provocada por la masiva operación antiterrorista entre la comunidad musulmana de la ciudad.
Los nueve hombres, que se sospecha planeaban secuestrar a un soldado musulmán miembro del ejército británico, decapitarlo y filmar su ejecución, que iban a pasar en Internet, son al parecer británicos de origen paquistaní.
El soldado, que iba a ser ejecutado como castigo por haber servido en Afganistán, está en un lugar seguro, indicaron fuentes vinculadas con la operación antiterrorista.
Una fuente de los servicios de seguridad subrayó que el plan abortado por la policía británica señala un cambio de tácticas para los terroristas islámicos en suelo británico, inspirados en las operaciones de Al Qaida en Irak.
Según la fuente, ese plan revela que los terroristas parecen tramar operaciones menos masivas a las perpetradas el 7 de julio de 2005 contra el transporte público londinense, que dejaron 52 muertos y cientos de heridos.
Pero en los barrios de Birmingham -donde ya hubo antes operativos antiterroristas, ninguno de los cuales ha concluido con la presentación de cargos contra los detenidos-, la masiva operación lanzada por la policía en la madrugada del miércoles ha provocado indignación y desconfianza.
Muchos de los habitantes de dos de los barrios de la ciudad donde la policía llevó a cabo su vasto operativo, allanando ocho viviendas residenciales, son musulmanes, que expresan abiertamente su escepticismo y cólera.
«Cada vez, (los policías) vienen a los barrios musulmanes, derriban las puertas para cualquier cosa. A ellos no les gustaría ver que arrastran a su madre y a su padre fuera de la cama, en medio de la noche», se indignó Imran Khan, un joven de origen paquistaní de 19 años.
Parientes y amigos de los musulmanes detenidos aseguran que son inocentes. Wasim Raja, que trabaja en una pequeña tienda de Alum Rock, un barrio de Birminghan, dejó claro que no cree en la culpabilidad de su vecino, aprehendido por la policía en la madrugada del miércoles.
«Lo conozco desde que era pequeño (…) y no es el tipo de persona (que va a cometer un acto terrorista)», dijo a la AFP.
Muchos de los habitantes de los barrios de Sparkhill, Kingstanding y Washwood Heath, entre otros, dicen que jamás vieron una actividad terrorista en los comercios allanados por la policía, que afirman utilizan a diario desde hace varios años.
Desde los atentados de julio de 2005, la comunidad musulmana de Gran Bretaña se siente perseguida, afirmando que es el blanco preferido de las redadas policiales.
La policía, que reconoce que el apoyo de la población musulmana es «crucial», intenta apaciguar la cólera y desconfianza de los musulmanes británicos. Desde el mismo miércoles, responsables policiales se reunieron con líderes de la comunidad.
Además, la policía ha abierto líneas telefónicas para «tranquilizar» a la población, y se prepara a empezar a distribuir este jueves miles de comunicados, impresos en inglés, hindú, urdú y punjabi, en los que pide a la población ser pacientes y vigilantes, indicó a la AFP una fuente policial.
Al mismo tiempo, los detectives siguen registrando la docena de residencias y comercios allanados la víspera en Birmingham.
La policía tiene un plazo de 28 días para interrogar a los sospechosos, antes de ponerlos en libertad o presentar cargos contra ellos.